Bernardino Vazquez Mazatzi/Escritor y Periodista
Del Congreso del estado de Tlaxcala surgen constantemente leyes que nacen para perder, que no tienen un fin práctico o que son visiblemente inoperantes. La recién creada ley que prohíbe el uso de bolsas de plástico en la entidad nace muerta en la medida en que no hay ni habrá una reglamentación que pueda impedir el uso de las envolturas en grandes o pequeños negocios pues tampoco hay una propuesta que sustituya el polietileno en forma de contendedores ni se tiene una idea de cómo frenar la proliferación de esos elementos altamente contaminantes.
A la luz de la realidad, la promulgación de esa ley queda más como una ocurrencia que como una intención o propuesta para limpiar el planeta de basura. El uso diario de aproximadamente 20 millones de bolsas sugiere empleos directos e indirectos en la industria que las fabrica y distribuye mismos que desaparecerían con el consecuente daño a la economía de miles de familias a las que no les importa ni conocen que su producto puede tardar hasta 150 años en degradarse. La recién creada ley no tomó en cuenta eso.
Y es que prohibir las bolsas de plástico en establecimientos comerciales y mercantiles, haría desaparecer el empleo de más de 150,000 trabajadores de esta industria y provocar pérdidas estimadas en 1,600 millones de pesos. Los industriales del plástico en México, generan anualmente una derrama económica de 20,000 millones de dólares en 3,100 empresas que representan el 3% del PIB nacional. Pareciera que las leyes creadas están en contra del dinamismo y crecimiento de las fuentes laborales y de la economía doméstica y familiar.
Crear y promulgar una ley debe ser fácil tomando en cuenta que para eso están los asesores, los expertos en leyes y consejeros de los legisladores los cuales, a veces utilizan el método de copiar-pegar pues leyes similares hay en toda la república mexicana. Lo difícil es cómo hacer cumplir ese ordenamiento pues no se crearon las formas para impedir el uso de bolsas de plástico en las tiendotas y en la tienditas, en las verdulerías, en los tianguis, en las carnicerías y en todo cuanto negocio tenga que entregar el producto de la compra en una bolsa.
Para el cumplimiento de ese precepto habría que instalar aduanas que impidan el paso de bolsas o productos para su elaboración a territorio tlaxcalteca, crear una oficina especializada en perseguir, detener y sancionar a quienes incumplan la ley, simplemente instituir una política de persecución y castigo. Todo eso es un imposible por lo tanto, la ley creada que prohíbe el uso de las bolsas de plástico nace muerta y es inaplicable.
Lo que podría ocurrir, si acaso la intención es contribuir a la ecología, a la preservación del medio ambiente y a mantener la vida verde en el planeta tierra, sería crear consciencia social sobre el daño que le hacemos al hábitat con el uso de esos objetos de polietileno. Pero eso no está al alcance ni en el ánimo de nuestros legisladores que proponen declarar como patrimonio inmaterial la fabricación de papalotes y la producción de gusanos de maguey o los curados de tuna y los fuegos artificiales. Se requiere inducir a la niñez y juventud a respetar la naturaleza mediante conferencias, obras y acciones, cátedra, enseñanza, estudio y voluntad; se requiere ser ejemplo pues las actuales generaciones no hacen lo que se les dice, sino lo que ven.
La citada ley nace para perder porque se cometió, una vez más, el mismo error: no consultar con la sociedad las medidas que hicieron nacer esa idea que llego hasta convertirse en ley. Para los legisladores tlaxcaltecas, la gente de este estado no tiene la capacidad ni la madurez o la inteligencia suficientes y necesarias para opinar y decidir y por lo tanto, no era necesario ni importante pedirles su opinión. Grave error.
En términos generales, los diputados de Tlaxcala carecen de la confianza y respeto de una inmensa mayoría de ciudadanos no tanto por su pasado personal o por el partido del cual proceden, sino por sus acciones u omisiones que están muy lejos de ser lo que la sociedad espera de ellos. La presente legislatura aún no entiende su papel en la historia del estado y deja mucho que esperar. Generaron muchas expectativas y a estas alturas ya dan la idea de que fallaron. Esa es la percepción de la gente, no opinión personal.
Habiendo mucho por qué legislar e infinidad de problemas qué atender, los diputados locales se entretienen en ocurrencias y en crear leyes nacidas para perder.