Lecciones de las elecciones 2024

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

El resultado obtenido en este 2024, para algunos partidos políticos, debiera ser enseñanza. Las derrotas tienen que ser lecciones para los arrogantes candidatos y dirigentes políticos que, pese a las desastrosas consecuencias de su necedad, ceguera y prepotencia, no habían entendido que era necesario refundarse, reinventarse, cambiar de siglas, colores y discursos y modificar hasta el modo de hablar y de andar.

PRI, PAN y PRD tenían ya la advertencia de los mexicanos que les mostraron repudio por acciones u omisiones reales o inventadas. Con el paso de los años los partidos y dirigentes de esos institutos políticos fueron acumulando el rechazo generalizado hasta llegar la animadversión impulsiva de la gente que poco o nada quería saber de su filosofía partidista, de su declaración de principios y de sus buenas intenciones.

El electorado se hartó de malos gobernantes que no sólo traicionaban a su militancia y a su filosofía y principios, sino al pueblo, a los mexicanos. Esos delincuentes metidos a gobernantes mataron la confianza social, mancharon y prostituyeron la política y corrompieron a ciudadanos que tuvieron buenos proyectos y excelentes intenciones. Los partidos en cada elección fueron cavando su tumba y fueron redactando su sentencia que se fue cumpliendo paulatina pero inexorablemente.

Pero no entendieron su debacle hasta que se fueron borrando del mapa político electoral nacional. Así le fueron abriendo el paso a nuevas, aunque no mejores, ofertas políticas en las que primero, se refugiaron mexicanos honestos y limpios y luego, los mismos priistas, panistas y perredistas. Crearon partidos satélites, sucursales, organizaciones cómplices y alcahuetes.

La masacre perpetrada por el partido y el gobierno en el poder en este 2024 no necesariamente provienen de una nueva, diferente y mejor filosofía o forma de gobierno: no, porque primero, ahí está ya lo peor de los partidos que se supone, deberían ser enemigos del cambio y segundo, las mañas y vicios de la política han sido perfeccionados para mantener el dominio y control del electorado. El carro completo supone el tránsito hacia el totalitarismo o la dictadura; la ausencia de contrapesos y de equilibrios institucionales no son buena señal.

En estos momentos, todos los partidos tienen a personajes de la política en MORENA. Ahí han hecho una sucursal o su isla de salvamento para sus intereses personales. Han llevado votos, cierto, pero igualmente malas mañas mismas que son toleradas si se traducen en votos. De alguna forma, los partidos políticos han dejado de tener sentido o razón de ser… la mayoría son 4T. es decir, tiene la misma filosofía o proyecto de país luego entonces, pata qué mantenerlos si son lo mismo.

Si tomamos en cuenta que el PRI no tiene voluntad de cambiar, y si el PAN se mantiene con su misma ruta inoperante y suicida y si el PRD es apenas un mal recuerdo nacional, entonces estamos ante una ausencia de ideologías y proyectos de nación diferentes u opciones de desarrollo. La hegemonía morenista no está sólo en el éxito real o ficticio de su ideología y sus acciones de gobierno, sino en la nula propuesta que sirva de opción.

Los resultados negativos del PRI, PAN y PRD en las elecciones de este año son consecuencia de un pasado lleno de corrupción, abusos y desprecio hacia la sociedad, de eso no hay duda y ahí están las consecuencias. En los recientes meses, la sociedad mexicana se asqueó con los discursos y acciones de sujetos como el tal ALITO, o los desplantes y diatribas de Marko Cortes o el silencio absurdo del líder nacional del sol azteca. Y para acabarla d fregar, su candidata que, por respeto al género femenino, no deber ser aludida.

Como siempre, llegaron al proceso electoral del 2024 como lo que son: electoreros. Llegaron con candidatos oportunistas o de plano rechazados o anónimos. Su discurso, trillado y probadamente estéril y de mudos, recibió el inmediato y generalizado rechazo. No aprendieron nada. Nada nuevo tuvieron que ofrecer. Y perdieron como se preveía y se lo merecían.

Si tuvieran voluntad, inteligencia, humildad y determinación, tendrían que actuar. Tienen en Tlaxcala tres años para refundarse, para reinventarse, volver a nacer, con otros colores y siglas, con otro discurso, pero, sobre todo, con otros rostros y objetivos. Deben dejar de ser parásitos del sistema político y rechazar tener como destino de sobrevivencia a MORENA. De no ser así, en las próximas elecciones estatales, vamos a tener más de lo mismo: nada.

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