Las nacidas para perder

 Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

México, ya todos lo sabemos, es un país de leyes aunque no precisamente de justicia. Los congresos de los estados y las cámaras de diputados y senadores son fábricas de leyes y decretos y acuerdos por mayoreo y por regla general, nacidos para perder, para no ser obedecidos o con las suficientes lagunas o resquicios por donde puedan ser burlados o con la suficiente posibilidad de ser comprados o tan confusas que puedan ser interpretados y corrompidos de diversas formas.

A México le sobran leyes y le faltan valores. De nada sirven crearlas si hay gente dispuesta a no acatarlas, si hay políticos que se sirven de ellas, si la corrupción y la impunidad son el mayor cáncer de una sociedad como la nuestra, si es menos costoso aunque más caro arreglarse bajo el agua, con una mordida, con un entre, con un ofrecimiento que nos haga menos pesaroso el trámite y nos arregle por medio de valores entendidos.

Para el cumplimiento de la ley y la búsqueda y consecución de la justicia no se r  quiere de otras cosas que no sean principios, entendidos como respeto, tolerancia, humanismo, obligaciones, y voluntades; las leyes pueden servir como marco de referencia pero por sí solas, no podrán jamás inculcar en el sujeto la dignidad y el honor que se requieren para entender el valor de la convivencia civilizada y la paz y armonía social.

Así es que el recién creado Sistema Anticorrupción de Tlaxcala tiene garantizada su muerte natural y su prostitución y violación sistemática desde el momento en que el parlamento buscó curar el mal aplicando dosis de enfermedad y no con la prevención del padecimiento es decir, no se ataca la corrupción, el despojo y el robo institucional e institucionalizado desde la formación y educación con valores; no se salva de morir a un pez bañándolo pero depositándolo en la misma pecera sucia y maloliente.

Es de dominio público la versión aquella de que desde el poder de quienes pueden se salva la cuenta municipal y el gasto y el informe anual si primero el presidente municipal o el titular se “purifican” o “salpican” y esto no es privativo de esta entidad sino de todo el país y en diversos niveles pues no por nada hay funcionarios “que se han hecho millonarios de puro programa social”, de ahí que en Tlaxcala, dicen, si el alcalde “se mocha” hasta dejar satisfecho a quien lo exige, en su municipio pueden hacer coche y berrinche y acusaciones de corrupción sin resultado alguno pero en cambio si se niega, si regatea, si cae mal o no es del partido en el poder, su cuenta no pasa y no se aprueba por consigna; eso dicen.

La corrupción, como ya lo dije en anteriores entregas, es la identidad del sistema en México, es la cultura e idiosincrasia, en la inercia y la costumbre, es el lenguaje entendido y los valores de obediencia innata; no lo va a eliminar una ley elaborada y aprobada a base de buenas intenciones y no va a servir de nada en manos de expertos en burlar acuerdos, romper preceptos y exponer la debilidad de las instituciones nacionales.

La honradez de los servidores públicos y la obediencia de las leyes van a ser realidad cuando pongan en práctica los valores y principios, cuando evadan la mentalidad de que estar en el poder es la oportunidad para robar, cuando comprendan que estar al frente de una institución es una oportunidad de servir y cuando se entienda perfectamente que desde el poder se es empleado, servicial, trabajador del pueblo y que a este no se le debe fallar aun con la ausencia de agradecimientos y gratificaciones.

Leyes anticorrupción se crean y aprueban todos los años en todos los estados y municipios del país pero no son obedecidos por falta de honor, vergüenza y dignidad de los sujetos que han jurado cumplir y hacer cumplir las leyes y por el contrario, las utilizan a su favor más por locura y codicia que por ignorancia pues nadie va a tratar de convencernos de que los ex gobernadores rateros no sabían que estaban cometiendo delito al momento de servirse con la cuchara grande y despojaron a los estados de inmensas sumas de dinero en una demente pérdida del sentido común y de la vergüenza.

Mas leyes sólo harán que la corrupción tenga un precio más alto pues se cree que a como es el sapo es la pedrada y cuesta el favor según el tamaño de la necesidad y jamás va a faltar quien desde esa nueva ley o Sistema Anticorrupción busque y encuentre el resquicio para burlarlo y ofrecerse como remedio. El tiempo tiene que darnos la razón porque siempre ha sido así, o a poco nos van a decir que acaban de inventar el agua tibia y que han descubierto el hilo negro…

Una más de las nacidas para perder.

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