La sociedad tlaxcalteca ya juzgó y dictó sentencia

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Si en este momento las actuales autoridades se sometieran a la revocación de mandato, o fueran llevadas a una consulta popular respecto a si deben o no seguir en el cargo, sin duda alguna muchas no pasarían la prueba de confianza social y, desde el titular del poder ejecutivo local, hasta la inmensa mayoría de los presidentes municipales y presidentes de comunidad, quedarían reprobados y habrían de abandonar el puesto por falta de resultados positivos.

A la gente en el poder la parecerá absurdo, ridículo y sin sustento el argumento, pero entre la mayoría de la sociedad tlaxcalteca hay la impresión y certeza de que el gobierno, en cualquiera de sus niveles, salvo muy honrosas excepciones que se cuentan con los dedos de una sola mano, no ha cumplido las expectativas que planteó en su discurso y campaña y que hoy como nunca el alejamiento del poder con el pueblo es mucho mayor y extremadamente grave.

Se ha dicho hasta el cansancio que la población no se siente representada por sus diputados, que no hay posibilidad de acercamiento con el gobierno, que hay ausencia de dialogo y por ende, no hay acuerdos ni entendimientos ni posibilidad de solución a los problemas viejos o nuevos. El poder sigue en su burbuja y se mantiene con la idea intolerante de que es dueño del estado y del destino de la gente.

A falta de propuesta y recursos, ante la ausencia de proyecto y rumbo, el gobierno estatal y municipal orienta el dedo acusador de su fracaso electoral y administrativo  hacia todas direcciones como brújula enloquecida. Sin un asomo de humildad y de autocrítica, culpa a todos y a nadie de la vergonzosa derrota del pasado uno de julio y no acepta que sus propios dirigentes y movilizadores votaron por MORENA y que el dinero en efectivo, las planchas y las licuadoras sirvieron para motivar a los propios priistas a la traición. Debería ser asunto menor si no fuera porque la venganza viene de los gobiernos que no deberían ya tener partido y debieran dedicarse únicamente a trabajar que es para lo que se les contrató.

Sin embargo, desde la arrogancia y ceguera del régimen, todos están equivocados. Millones de mexicanos y miles de tlaxcaltecas no carburan, no han madurado, no saben lo que hacen o están estúpidos por repudiar al partido en el poder y por castigar a quienes de él emanan y mal gobiernan. Incapaces de reconocerse como únicos culpables de la caída del PRI a los últimos lugares de las preferencias electorales, los gobernantes se mantienen en su misma postura intolerante y con la idea trasnochada de que son intocables y que tienen la razón de todo. Ni siquiera la cruel realidad de un partido o un sistema de gobierno caduco los hace despertar.

De ahí que se anuncie desde el poder que ahora si se va a trabajar, que no se aceptarán deslealtades, que hay secretarios holgazanes y sin iniciativa ni imaginación y mucho menos con ganas de trabajar, que habrá cambios… pero si desde hace año y medio el pueblo se ha dado cuenta de todo ello. Si desde el inicio de la presente administración estatal y municipal la sociedad está esperando que a partir de ayer se empiece a trabajar y a dar resultados positivos… el pueblo se ha dado cuenta de que estas no son las autoridades que merece y exige respuestas, inversiones, atención, servicio y respeto mismos que no hay.

De alguna forma el pueblo de Tlaxcala ya hizo su propio juicio, ya dictó sentencia y se ha empezado a cumplir la condena. De alguna forma la sociedad tlaxcalteca ya hizo un ejercicio de revocación de mandato y ha sometido a consulta popular al actual gobierno. Sabiamente el electorado declaró culpable al PRI y al gobierno en turno de la situación del estado y ha dado órdenes que deben cumplirse y ha arrebatado al actual régimen el mandato, la confianza, la responsabilidad y el derecho u obligación de estar al más al frente del poder, que no en representación del pueblo.

Ya tiene cierto tiempo que el pueblo le ha estado enviando mensajes al gobierno y este se ha negado a entenderlos, interpretarlos y obedecerlos. Y sigue así en estos momentos. Su arrogancia le ha impedido reconocer que el pueblo es el que manda y que quienes están detrás de un escritorio son empleados, trabajadores y serviciales del quien les paga su salario. Y sin embargo están ahí para entorpecer los trámites, para impedir la solución de los problemas, para obstruir con más y más trámites una solución, para entorpecer el desarrollo y la gestoría. Tratan mal al pueblo y creen que las oficinas son de su propiedad y se sienten dueños hasta dela silla en la que se sientan. El peor ejemplo y la más vergonzosa evidencia de un servicio equivocado es el congreso. Y siguen.

El pueblo no quiere declaraciones sino resultados, a las mayorías poco o nada nos importan sus venganzas y el cobro de sus facturas políticas, quieres inversiones, desarrollo, crecimiento… qué demonios nos interesa que el gobierno creas que tiene como intocables a muchos inútiles que lo traicionaron si lo que nos urge es sacar adelante a este estado que es burla y botín de unos cuantos. La sociedad ha despertado, el pueblo ha adquirido consciencia y ha gritado su veredicto… a ver quién lo entiende.

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