Ricardo Moreno Paredes
Luego de la euforia, viene la calma, una serenidad apacible que puede, en ciertos casos, ser preludio de tempestades y desastres.
Cuando luego de la elección del 6 de junio del 2021 ocurrió la consumación de la instauración de la Cuarta Transformación en Tlaxcala mediante el triunfo de morena y sus partidos aliados, se percibían aires de cambio profundo, una nueva esperanza para el pueblo ávido de justicia social y de una revolución pacífica consumada que lograría la transformación de las instituciones y de la forma de hacer política de una manera más participativa, con una democracia republicana libre del cáncer y flagelo que más le hizo daño a todo el territorio nacional: la corrupción.
Se dice que un año es poco, pero, poco para qué?, o para quién?, o porqué?, y es que a once meses de distancia, los resultados tangibles son menos que buenos.
En los municipios se afianzó el triunfo morenista en menos de una cuarta parte, de los que hoy, debían poner la muestra al resto sobre cómo planear, organizar, coordinar, dirigir y controlar, en términos de Fayol, a un municipio, lo cual en los hechos no está ocurriendo y por el contrario, tan sólo en Chiautempan, Tlaxcala, Amaxac, Xaltocan y Yauhquemecan, sinceramente existen un total y absoluto desencanto y frustración.
Pero es preciso puntualizar que la culpa no la tiene el movimiento de regeneración nacional, sino las decisiones de aquellos omnipotentes y que juegan con el dedal dentro de la cavidad bucal de los morenistas y de los ciudadanos que votaron por el “cambio verdadero”. Hoy, las circunstancias que involucran a los representantes populares son evidentes y por mucho, desastrosas, una auténtica vergüenza.
A pesar de ello, con todo el cinismo de la que es capaz de soportar una persona, llevando a cuestas la penuria de una “administración” fallida, tienen la caradura para salir a presentarse en un ejercicio político interno de morena cuya principal característica contenida en la convocatoria es la ética política.
EL día 16 de junio el Comité Ejecutivo Nacional de morena publicó la CONVOCATORIA para elegir a los Congresistas Nacionales, con la finalidad de conformar las estructuras que habrán de organizar internamente los procesos electorales a efectuarse en 2023 y 2024 en una forma más sincronizada, con mayor respaldo logístico y buscando en todo momento el orden, transparencia, legalidad y justicia para los aspirantes a ocupar algún puesto de elección popular, a partir de la honorabilidad y respaldo ético que caracterizaría a los integrantes de los Consejos Estatales.
La realidad que hoy vivimos los tlaxcaltecas es de una suma y profunda decepción respecto de lo que hemos visto hasta el momento conforme avanza el proceso de elección de “consejeros”, ya que inicialmente el día 22 de éste mes de julio, nos hemos percatado de la publicación de DOS LISTAS de aspirantes aceptados, con la inclusión de nombres en la segunda de dichas listas, lo cual hace ver indubitablemente que existe una execrable manipulación e inclusión de nombres que conforme a los intereses grupales deben de estar allí incluidos debido a que los grupos de poder pretenden adueñarse del movimiento en Tlaxcala.
Sólo basta con ver en la lista el nombre de diputados federales, locales, funcionarios de primer nivel del Gobierno estatal, del Gobierno Federal, exdiputados, expresidentes municipales, exfuncionarios y toda clase de bichos y sanguijuelas pretendiendo apoderarse del futuro Comité Ejecutivo. A la vieja usanza priista, el mayoriteo mediante la movilización de las masas, va a permitir que personajes de muy baja calidad moral y ética relajada se apoderen de un partido político cuyo plan de su fundador era transexenal, pero que los protagonistas políticos con su ambición desmedida pretenden desacreditarlo con tan sólo su finísima persona.
Es un hecho inevitable que estamos frente a una elección de estado, en una guerra de mapacherías simuladas y de una democracia completamente dirigida, fundamentalmente orientada al beneficio de unos cuantos que han encontrado en morena la forma de mantenerse en el poder, tal y como lo han hecho en otros partidos políticos.
El desprestigio hiede en éste proceso interno, los grupos políticos mandan a sus lacayos a promoverse para convencer y lograr la meta institucionalizada de 1,500 votos; aprovechan los organismos públicos dependientes del gobierno estatal para promover el voto corporativo, grupista, sectaria, clientelista y en pleno uso de recursos públicos.
¡Existe de todo! Menos honestidad, en un partido que nació para combatir la corrupción enquistada, ahora ésta se ha apoderado de morena. El control político es la premisa, los grupos políticos se preparan para las elecciones, aspiran a las diputaciones federales, senadurías, diputaciones locales, presidencias municipales, en fin, a todo.
Para nadie es un secreto que existe un tiaxca culpable del desastre en varios municipios, pero principalmente en Chiautempan, a quien lo hizo candidato por morena y ahora es quien, debía asumir su desastrosa y cínica culpabilidad recluyéndose, ahora sí, en el exilio.
Personajes poco probos y demasiado vilipendiados como algunos bien conocidos, pretenden que sus abusos y excesos queden impunes, pero es quien ahora aspira ser parte integrante del CONSEJO de morena.
El que un personaje tan desgastado moralmente como éste tipo, pretenda ser integrante de un cuerpo colegiado cuya principal característica es la honestidad probada, equivale a tener en la iglesia en manos de Lutero.
Los morenistas de todos los distritos electorales tienen la oportunidad de ser garantes de que se privilegien los principios éticos del movimiento, siendo actores fundamentales de éste proceso y acudiendo a votar por la fórmula que no contenga ninguno de éstos vicios, acudiendo a votar acompañado de amigos, vecinos, familiares y juntos evitar la llegada de personajes que antes de privilegiar el bienestar común, van en pos de su provecho personal como ha quedado evidenciado con el señor Juan Carlos Jiménez y su grupo sectario.
Morena para los morenistas…