La parte de PEMEX que me toca…

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista 

 

En realidad no fue muy difícil encontrar quien vendiera gasolina robada de los ductos de PEMEX. Lo difícil fue convencerlos de que nos hablaran del tema, que nos mostraran cómo la venden y muchos otros secretos de ese negocio tan a la vista como lucrativo. 

Así es que nos dirigimos a la zona de Tehuacán, estado de Puebla, y ahí nuestro anfitrión empezó a hablar del robo de combustible a lo que se dedica, dice, todo el pueblo. Ese pueblo y el que le sigue en donde, antes de la llegada de los chupa ductos, todo era pobreza. Ahora asegura, ya la gente tiene dinero para comer con manteca… 

Puede que sea verdad. Se ven construcciones modernas sobre lo que antes eran paredes de adobe; ya circulan camionetas nuevas, principalmente de bajo tonelaje. Las unidades van de un lado a otro, aparentemente sólo por ir, aunque dicen nuestros amigos, llevan carga. 

El litro de gasolina magna está en siete, ocho y nueve pesos, a como se deje el cliente; la roja está a ocho, nueve y diez. Se puede vender de 30 hasta 200 litros, si es que el cliente lleva en qué servírselo. La responsabilidad del proveedor esta hasta el momento de llenarle el tanque de su auto o su contenedor de la capacidad que sea; una vez que arranca y se retira, se acaba el compromiso. 

El comprador corre mucho riesgo en carretera si lleva garrafones o tinacos: luego lo para la federal y lo remite. Los lugareños no tienen el mínimo problema: para trasladar el combustible de un lado a otro, al salir a carretera, simplemente se “purifican” con el elemento de la Policía Federal que está en la patrulla: son 200, 300 y hasta 500 pesos los que se le tienen que dar “tiro por viaje”. 

Hay códigos, hay un lenguaje común, hay reglas no escritas pero establecidas entre los que sacan la gasolina de los ductos y entre quienes la venden al menudeo y mayoreo. Una de ellas es que nadie mete las manos al fuego por nadie y todos son responsables de sus actos. Aunque si hay un mensaje de identificación generalizada en caso de la llegada del Ejército Mexicano: lo tienen en sus teléfonos celulares y cuando se activa, nadie sale a la calle, menos camionetas con olor a combustible. 

Los chupa ductos le venden el energético a los detallistas a cuatro, cinco y hasta en seis pesos; quienes mayor riesgo corren son los ordeñadores. 

Nuestro anfitrión, de unos 70 años de edad, se las sabe de todas, todas. Conforme avanzamos en el poblado va identificando por nombre y apellido y familia a los que encuentra y de cada cual conoce una historia o un detalle. Es concluyente: aquí todos nos dedicamos a lo mismo… 

Y guarda en su memoria cada centímetro de la tierra por donde pasan los ductos de PEMEX y nos explica: “miren, por donde se ve ese bosque, fue donde se dieron de balazos los policías y nuestra gente; por esa parte de sembradío se prendió (se incendió) la gasolina; allá, arriba de esa casa anaranjada, allá está la bodega más grande y pertenece a los…”

Nos platica de anécdotas: al frutero lo agarraron los federales porque se apanicó: saliendo a la autopista vio la patrulla del federal y se regresó en chinga, eso lo vio ese guey y que lo sigue: llevaba 600 litros, la camioneta se pandeaba feo, no como si llevara fruta; le saco cinco mil pesos el desgraciado al pobre hermano. 

Recuerda tiempos idos, tiempos de miseria: “por una jornada de labor (en el campo) nos daban 80 pesos, cuando mucho hasta 120; a la semana veníamos saliendo con 500 o 600. Ahora en un ratito te ganas que los 2 mil, que los cinco mil pesos, limpios, libres, sin broncas…” 

Nos presume: “yo ya me hice mi casita más o menos (grande), ya me compre hasta mi tele de esas grandotas, tengo dos trokas que llevan los litros (de combustible) hasta el tianguis de animales de Tehuacán, le compro ropa a mi vieja y a los nietos”. 

Le decimos que lo que hace es delito, que es un daño a la nación y nos manda lejos: “a ver pendejo, ¿no dicen que PEMEX es la empresa de todos los mexicanos? Pues yo sólo estoy agarrando la parte de PEMEX que me toca, porque si se las dejo a los pinches rateros del gobierno se agarran todo y cuándo me iban a dar lo que me corresponde, a ver, dime…” 

Le preguntamos desde cuándo no ha habido operativo de la autoridad dentro del poblado y en el que sigue y es contundente: “mientras le entremos con nuestro cuerno con ellos no hay problema, aquí todo lo que todos quieren es dinero… y dinero es lo que sobra”

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