La Pluma más Rápida/Columna
Sin duda los dos más recientes fines de semana fueron atípicos en materia de hechos delictivos de impacto como son los homicidios, así como riñas que dejaron personas lesionadas, lo mismo en la capital, que en otros municipios céntricos, o bien en el sur y poniente de la entidad.
En algunos de esos hechos el consumo de alcohol, las deudas por dinero o la justicia por propia mano fueron el común denominador. Nada justifica esos actos.
Para el caso de Tlaxcala, no es probable que la estrategia de seguridad esté fallando, más bien se está adaptando al llamado “efecto cucaracha” y la entidad no es una burbuja que se pueda escapar de los fenómenos delictivos, sobre todo cuando se encuentra en medio de Estados con una problemática mucho mayor y en la franja del huachicoleo, lo cual atrae a delincuentes a querer “abrir mercado” como el que ya tienen los de los famosos préstamos gota a gota”.
Es responsabilidad de las instituciones de prevención y procuración de justicia no claudicar en la labor de hacer el trabajo que les corresponde para evitar que los maleantes encuentren una puerta giratoria, como lamentablemente ha ocurrido por falta de coordinación, que es lo que sí se ve y falta por afinar entre la policía operativa y el ministerio público.
Pero lo que también es un hecho, es que muchos municipios, por falta de capacitación, certificación u omisión, han dejado la mayor carga de combatir el hampa al Estado, lo que forzosamente tendrá efectos negativos en el balance general.
Es necesario que los alcaldes asuman su responsabilidad y pongan a disposición de la ciudadanía a elementos confiables para evitar entrar en descomposición, hacer cumplir la Ley y no ser cómplices, por acción u omisión, de bandoleros de baja monta que no deben porqué operar a sus anchas.
Ahora más que nunca, se necesita ver la verdadera cooperación de las autoridades de los tres niveles de Gobierno para mantener a Tlaxcala con la paz social que todos deseamos.
