La educación y el pueblo olvidados por el gobierno y recuperados por Antorcha

Izcaxochitl Citlalmina Martínez Medina

La diversificación de habilidades adquiridas en la educación, son indispensables para que se consolide el crecimiento económico y el desarrollo social. México entre otros países, es una sociedad donde la necesidad de que los gobernantes generen políticas educativas bien diseñadas para procurar el desarrollo, crecimiento y calidad de la vida de sus ciudadanos, es crucial. Una reforma educativa, un programa magisterial y de enseñanza, son necesarias debido a que los grandes problemas que afectan a los mexicanos, solo pueden ser entendidos de origen si se tiene una preparación adecuada, completa e integral.

Es indispensable que las personas sean bien educadas desde su preparación infantil y los posteriores niveles educativos, ya que es en esas etapas donde los individuos, desarrollan sus habilidades para razonar en situaciones difíciles o para crear posturas y cosas nuevas, características indispensables que permiten la formación de hombres científicos que podrán impulsar el desarrollo de nuestro país, tanto económica, como social y políticamente.

Sabemos, como ya lo ha demostrado la historia internacional, que la diferencia entre unos países altamente desarrollados en contraste con otros que no, como es el caso de México, parte del mucho o poco desarrollo tecnológico y científico que se tenga en cada nación, y como sabemos, nosotros mostramos claras características de ser de los que está o debería estar en proceso de desarrollo. Pero las posturas de este gobierno, al igual que los anteriores, es la de competir inútilmente por dejar su firma, jugando con el pueblo, que es quien finalmente paga sus pruebas y errores.

Reformas educativas en nuestra república, se han hecho incontables veces, desde 1833 cuando Gómez Farías desplazó la educación clerical para impulsar la científica; posteriormente en 1857 la Constitución adopta la postura de la educación pública elemental laica, obligatoria y gratuita, y los lineamientos del artículo 3° tal y como lo conocemos ahora, para 1867 con Juárez se redacta la Ley de Instrucción Pública en la que se contempla la instrucción primaria gratuita y en 1921 se creo la Secretaría de Educación Pública.

En años posteriores, se realizaron importantes reformas educativas, orientadas, en primer lugar, hacia la pedagogía socialista, posteriormente 1970 con el nivel de educación básica la teoría “sociocultural”; el siguiente año al nivel preescolar con teoría “humanista”; para 1973 la Ley General de la Educación sustituye a la Ley de Educación Pública, cuyos principios eran el bienestar de las personas. Y a partir del 2000, las reformas continuaron modificándose, naciendo nuevas secretarías, se crea y redacta el contenido de libros de texto, la preparación de docentes, etc., hasta el día de hoy.

Pero el resultado a tantas reformas, a tantos cambios y modificaciones de políticas, inversiones de presupuestos federales y discursos al respecto, mantienen al país sin un avance significativo que se demuestre en avances científicos, tecnológicos o sociales: actualmente ocupamos el lugar 102 de 137 según el Programa para la Evaluación Internacional de alumnos (PISA) realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); cambiaron en este sexenio tres veces a los secretarios de la SEP que ni hablar sabían, y en lugar de realizar modificaciones significativas en la educación que respondan a tales cambios de personal, lo único que han demostrado es un sinfín de improvisaciones; modificaron la estructura curricular, eliminaron el programa de Escuelas de Tiempo Completo sin sustituirla por uno que lo supla en resultados o que trabaje mejor, cambiaron los libros de textos retrocediendo en la enseñanza, modificaron la historia, eliminaron temas importantes de las matemáticas (materia que por cierto es de las más importantes para el desarrollo cognitivo del ser humano).

Además, redujeron el presupuesto en educación y ciencia y tecnología. Todos sabemos que la base de toda sociedad es la estructura económica, y por supuesto que en nuestra coyuntura actual, aquello que no tiene solvencia económica, no tiene capacidad de ejecución. En 2010 la OCDE publicó un documento titulado “Acuerdo de cooperación México-OCDE para mejorar la calidad de la educación de las escuelas mexicanas” publicado en 2010, menciona: “…México invierte ya un alto porcentaje del presupuesto público en educación (cerca del 22%, siendo así el más alto entre los países de la OCDE)…”, pero actualmente y desde hace más de 5 años, se ha destacado por invertir cada vez menos en educación, llegando el presupuesto de 2023 al 3% del Producto Interno Bruto (PIB).

“Para el 2023, el Gobierno federal dispondrá de una inversión educativa total de 945 mil 11 millones de pesos. Esto representa un 3 por ciento del PIB nacional. Comparado con el presupuesto 2022, representa un aumento real de 6.5 por ciento […] Sin embargo, este presupuesto no logra superar las inversiones educativas más altas realizadas en México, tanto como monto real (2014) y como porcentaje del PIB (2007). Según un análisis del IMCO , la SEP recibirá 402 mil 277 millones, lo cual la convierte en la Secretaría con el segundo mayor presupuesto. Aunque la Subsecretaría de Educación Básica atiende al 70% de los estudiantes en México, y a pesar de contar con una asignación 22% más alta que el 2022 en términos reales, el recurso otorgado a EB solo representa el 18.4 por ciento del total asignado a la SEP”, menciona el medio Noroeste (julio, 2023).

Y continúa diciendo que a la fecha sigue sin conocerse el padrón de escuelas beneficiarias de dicho programa durante el ciclo escolar 2022-2023. Si bien esto último lo mencionan por el caso específico de un estado del norte del país, la situación se repite en todos los estados, tanto por la ausencia de interés presupuestal para este sector, como la ausencia de políticas serias y transparentes, que lejos de ser un apoyo real para el desarrollo educativo de nuestro país, son posturas políticas del color en el poder.

Este sexenio no es el primero ni será el último (mientras no exista un gobierno real del pueblo, por supuesto, como si está ocurriendo en Guerrero con el nuevo Partido Alianza Ciudadana), que utilice para sus fines políticos los aparatos y secretarías estatales. Por eso son incapaces de continuar programas o políticas de gobiernos que no son de su color, por eso este gobierno se ha empeñado en cambiar de nombre, y no así de calidad, los programas sociales que además van dirigidos exclusivamente y de manera peligrosa, a un número reducido de gente que simpatiza con sus principios, o que, simplemente sin saber ni de que hablan aquellos, cae en sus mentiras o amenazas y los siguen ciegamente.

La educación, pues, está sectorizada y es nuevamente un medio para un fin político. Antorcha, en cambio, ha demostrado en sus eventos de clausura de sus escuelas, mismas siguen un proyecto magisterial bien estudiado y creado por nuestra organización, que mientras se tenga como meta el desarrollo pleno de todas las capacidades del ser humano para hacer de él un hombre nuevo y listo para la transformación de nuestro país, se pueden lograr grandes cosas. Para lograrlo, la organización no se aventuró a improvisar, si no que ha venido estudiando la realidad cambiante, implementa el deporte y la cultura para complementar la educación, y además utiliza su mejor aliado que es la perseverancia y la verdad. Sin ser gobierno, el pueblo organizado puede realizar estos grandes cambios. Lo sabemos nosotros, y debería saberlo el país entero.

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