Ixtenco abre un nuevo capítulo en su historia como Pueblo Mágico

Cecilia Santamaría

Este día, el apacible pueblo ancestral de Ixtenco se vistió de gala para ser testigo de un acontecimiento sin precedentes que, sin lugar a duda, quedará grabado en los anales de su historia: la solemne ceremonia de entrega del codiciado título de “Pueblo Mágico”.

Encabezada por la gobernadora Lorena Cuéllar, este evento trascendental consagró a Ixtenco como el tercer pueblo mágico de Tlaxcala, un honor inigualable otorgado en reconocimiento a su vasta riqueza histórica y cultural.

El merecido nombramiento como Pueblo Mágico no solo enaltece el invaluable patrimonio de Ixtenco, sino que también rinde un profundo homenaje a su inestimable contribución como el último bastión otomí y celosos guardianes del sagrado maíz, símbolo primordial de la identidad y arraigo que caracteriza a esta entrañable comunidad.

La distinción como Pueblo Mágico abre las puertas a nuevas oportunidades para su desarrollo sustentable y su posicionamiento en el mapa del turismo nacional e internacional.

El título de Pueblo Mágico es una certificación merecida, fruto del esfuerzo y dedicación de todos los habitantes de Ixtenco, quienes han trabajado incansablemente para preservar y transmitir su legado ancestral a las futuras generaciones.

La inclusión de Ixtenco en la exclusiva lista de Pueblos Mágicos fortalecerá el turismo en la región, generando un impacto positivo en la economía local y brindando oportunidades para el florecimiento de emprendimientos y proyectos culturales.

Es en días como este cuando se constata la relevancia del trabajo conjunto entre el gobierno y la comunidad, demostrando que al unir voluntades se fomenta el aprecio por nuestras raíces, se logran alcanzar logros extraordinarios.

La designación de Ixtenco como Pueblo Mágico es el inicio de una nueva etapa en la historia de este encantador lugar. Un capítulo prometedor que promete atraer a viajeros ávidos de conocer la magia de una localidad que preserva con celo su identidad y cuyos habitantes son embajadores orgullosos de su patrimonio cultural.
Hoy, Ixtenco se alza con una nueva responsabilidad, una que la comunidad asume con gratitud y compromiso. La de ser un faro cultural, un lugar de encuentro entre el pasado y el presente, donde las raíces se entrelazan con el futuro y la magia de su esencia se expande más allá de sus fronteras.

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