Indignante, vergonzoso

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Los recientes días nos han servido para conocer de acciones y omisiones que en lo individual y colectivo, en el ámbito estatal, exhiben a algunos individuos como un conjunto de seres vivos pero no precisamente racionales, inteligentes, civilizados, cultos y tolerantes. Lo que se hace o se deja de hacer en lo que concierne a la imagen, salud e integridad de los tlaxcaltecas es una muestra de la ausencia de consensos, de desinformación, de ignorancia y brutalidad.

Si bien los hechos que conducen o motivan vergüenza e indignación tienen diferente ubicación geográfica, origen, motivo y consecuencia, por el hecho de ocurrir en nuestra entidad son una fotografía de parte de unas actitudes y reacciones inaceptables, inexplicables y absurdas que deben tener el rechazo inmediato y total de la mayoría pues no puede ni debe aceptarse una explicación, justificación o pretexto que busque darles razón.

En el municipio de Tlaxco, o al menos en dos de sus comunidades, los vecinos agredieron al personal de Protección Civil municipal y estatal y a elementos policíacos locales, al tiempo que destruían varios vehículos, con el pretexto de que estos iban a esparcir el virus del Covid-19 para enfermar a los pobladores. Si bien la sanitizacion de los municipios por el método pudiera ser cuestionado no debió ser rechazado y si consintiéramos que tal acción no fue dada a conocer al pueblo jamás pudo motivar la violencia irracional, pues la ignorancia no debe ser jamás argumento para lastimar y destruir.

Las autoridades federales, estatales y municipales se vieron sorprendidas por la súbita aparición de esta pandemia y en muchos rubros las instituciones se vieron rebasadas. En su actuar mostraron torpeza, tardanza, disparidad de criterios, falta de insumos y de especialistas y una larga lista de elementos que empeoraron la situación. Y también despertaron la intención, la ignorancia y manipulación de algunos sectores de la sociedad siempre propensos y predispuestos a actuar de forma violenta e irracional por desconocimiento y temor.

El otro escenario cruel, criminal, aborrecible, condenable e inaceptable es que ocurrió en la carretera perimetral de la Malinche, donde en un festín de sangre, sujetos sin conciencia asesinaron a una mujer y un hombre y abandonaron junto a los cuerpos a una criatura de escasos meses de edad a la cual también condenaron a morir de hambre, de frio o devorada por la fauna del lugar, lo que no ocurrió. Tal hecho refleja el nivel de bestialidad de algunos seres, que no humanos, y el desprecio por la vida.

Quienes se atrevieron a tanto desconocen los principios sagrados del respeto a la vida, aprecio por la dignidad del otro, amor por los niños y tolerancia hacia lo que no nos parece bien o consideramos opuesto a nuestros intereses o ideales. La ausencia de valores, de educación, la carencia de motivos para respetar la ley y la garantía de impunidad fomentan la bestialidad y propician hechos tan vergonzosos que ponen en duda que esta sea una raza civilizada, culta, inteligente y progresista. El crimen en su conjunto es toda una aberración.

El llamado estado más seguro del país, el sitio privilegiado para vivir y la sucursal del edén, es ya desde hace tiempo escenario y campo de ejecuciones, levantones, homicidios horrorosos, feminicidios continuos, trata de personas, robo de combustibles y atracos a transportes de todo tipo. La agresión hacia la sociedad se mantiene impune y aumenta, el agravio al pueblo no tiene forma de ser resarcido y no se vislumbra una respuesta efectiva a favor del pueblo por parte de las autoridades que cobran muy caro por no ofrecer resultados positivos.

Y como estos dos hechos que pintan de cuadro completo la realidad del estado más pequeño del país, hay muchos otros como la trata de personas, humillantemente “normal” en Tlaxcala e ignorada y rechazada por los gobiernos, fenómeno que pone en el escenario nacional e internacional nuestra patria chica. No hay peor aberración en la sociedad actual que la venta, compra y explotación de mujeres. Y a esto le sigue en cuanto a gravedad y concurrencia el cáncer del feminicidio ya común en el estado que pone en situación de exterminio a la mujer. Ser mujer en estos tiempos es sinónimo de vulnerabilidad, de violaciones sexuales, de abuso a sus derechos laborales y al desdén de las instituciones.

No hay que permitir que la violencia e indolencia de unos y de otros se normalice, no dejemos que la brutalidad e ignorancia sustituyan el sentido común y el respeto, evitemos a toda costa la pérdida de los valores que nos hacen humanos. Aún es tiempo.

 

Relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button
WP Twitter Auto Publish Powered By : XYZScripts.com