Indignación en Tlaxcala por violencia e injusticia 

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista 

 

En la semana que recién terminó, los tlaxcaltecas fuimos testigos de dos aberraciones que por su repetición y casi normalización, nos llenan de indignación e impotencia. El primer caso se refiere a la terrible agresión que sufrió una joven mujer que fue atacada a mordidas de manera cobarde y la segunda, el patético boletín que para justificar su ineptitud e incompetencia, emitió sobre el caso la Procuraduría General de Justicia. 

La violencia con la que Williams agredió a su ex novia, en pleno centro de la ciudad capital, nos recuerda el nivel de vulnerabilidad y exterminio en el que se encuentran las mujeres en Tlaxcala, la impunidad con la que actúan ciertas bestias y la indefensión del sector femenil ante el burocratismo, insensibilidad, desinterés y ausencia de profesionalismo y compromiso de los funcionarios que cobran por administrar la injusticia y defender y proteger la vida e integridad de los ciudadanos de este estado. 

La joven mujer estuvo a merced de un asesino en potencia, de un sanguinario sujeto sin el mínimo respeto por la condición de mujer de su víctima, de un individuo totalmente ausente de respeto y de cualquier signo de tolerancia, prudencia y diálogo. El ataque pudo convertirse muy fácilmente en homicidio y el crimen pudo quedar impune debido a que al momento de ocurrir ninguna corporación policiaca, de esas que están siempre bajo sospecha de corrupción, estuvo cerca o tuvo conocimiento del asqueroso hecho. 

Las mujeres en Tlaxcala, cualquiera que sea su condición económica, su nivel de estudio, edad o lugar de residencia, están en todo tiempo, bajo la posibilidad de ser golpeadas, humilladas, explotadas, violadas, heridas y asesinadas y secuestradas y siempre bajo el tedioso y patético discurso de ser el nuestro el estado más seguro del país; siempre las mujeres están en la perorata de los políticos que prometen y presumen pero que poco o nada hacen para salvarlas, defenderlas y apoyarlas. 

La sociedad tlaxcalteca se encuentra indignada por el caso de esta chica originaria de Nopalucan que recibió mordidas en labio, cuello y oreja, lesiones que le dejan cicatrices de por vida y una experiencia aterradora no sólo por el hecho de ser víctima indefensa, sino por el actuar de los empleados del pueblo que pusimos a trabajar en la PGJE que restaron importancia el hecho y reiteraron con su respuesta el grado de ineptitud, incompetencia y falta de sensibilidad con la que tratan a las víctimas de violencia. 

Por desgracia para las mujeres, para el sentido común, para la dignidad y honor del sector, para las ansias de justicia, para el derecho a la libertad y la vida, para la urgencia y necesidad de sentir protección y aplicación de la ley, ni esta chica es ni va a ser la única ni la última en ser agredida, ni estamos ante la excepción en la Procuraduría General de Justicia del Estado en donde se le vulneren aún más su condición de mujer violentada, intimidada, humillada y lesionada. No hay pretextos ni argumentos que le valgan a la autoridad para tratar de explicar su estúpido actuar ya no sólo a favor del agresor, sino en contra de la víctima. 

Y no hubiera sido familiar de algún funcionario de primer o segundo nivel de la Procuraduría porque entonces hubieran echado a andar la maquinaria de investigación; todos sabemos el nivel de influyentismo con que se conducen los funcionarios. 

El boletín en que la Procuraduría pretende evadir su negligencia y con que “garantiza atención Integral” a las mujeres es una cruel burla a la dignidad de todas las damas del estado. La dependencia emite el documento de prensa como reacción a una nota periodística de un medio digital, y lo hace demasiado tarde pues ya la víctima había hecho del conocimiento de la sociedad que sus funcionarios habían rechazado atenderla con el argumento de encontrarse en un convivio. Así o más absurdo. 

Con ese boletín la dependencia pretende hacernos creer que están siempre atentos, que atienden con eficiencia, eficacia, prontitud y amabilidad, cuando quienes hemos tenido la desgracia de acudir a la Procuraduría sabemos que es un suplicio, que sus secretarias y demás funcionarias atienden con despotismo, con desprecio al pueblo y que es ahí, en la institución encargada de administrar la ley, en donde más se vulneran los derechos de las víctimas y se violan los derechos humanos del pueblo. 

La mujer de nuestro estado en todo momento se encuentra en riesgo, en permanente peligro, en la mira de los agresores, en la posibilidad de los feminicidas, en las estadísticas y gráficas de las muertes violentas, y también están en el discurso demagógico del político, en el pretexto de las organizaciones feministas que han guardado silencio, que no pudieron encontrar el argumento para salir a las calles a hacer el ridículo, que les importa más el protagonismo que la solidaridad del género. La mujer es el discurso y las buenas intenciones, es la violencia y la muerte hechas realidad. 

Ante este panorama, se explica, mas no se justifica, por qué cada vez más constantemente, el pueblo decide tomar la venganza en sus manos. El nivel de impunidad que permiten las autoridades, la vulnerabilidad casi total en que se encuentra la sociedad, la ira e indignación crecientes, conducen al pueblo a no esperar ni necesitar de los empleados que se supone están para hacer justicia y aplicar la ley y que justifican su ineptitud con boletines tardíos y sin sentido.

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