Indefensos. ¿Y la SECTE?

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Viajar en unidades del transporte público de pasajeros de empresas como ATAH, USU, Contlas o Tlaxcala Chiautempan y algunas otras muchas de todo el territorio tlaxcalteca generalmente resulta toda una amarga experiencia. Y pensar que para muchos simplemente no hay opciones, que no hay de otra…

Hablamos de unidades en mal estado, a las que no se les abren las ventanillas y se convierten en hornos de microondas en tiempos de calor, de las que sus asientos son sillas mecedoras por lo inestables, de las que carecen de iluminación interior y provocan incidentes entre los pasajeros, las que tienen salientes punzantes y peligrosos residuos metálicos por todos lados y las que simplemente se caen de viejas… con estas características hay muchas.

Padecer transporte como el de Tlaxcala, es cosa de valientes, de atrevidos, de sobrevivientes. No cualquiera se sube a una USU a mediodía y soporta el trote y el zangoloteo destructivo y casi criminal del chofer de puntería de apache que conduce la unidad justo sobre cada bache que hay en la ciudad… y son muchos.

Atreverse a montarse sobre la destartalada unidad de la ruta Tlaxcala Contla es disponerse a varias experiencias empezando por conocer el ruido que el chofer llama música y que es un compendio de groserías, improperios, ofensas y vulgaridades concentradas en el regetón o música de banda la cual por cierto, está siempre a todo volumen.

Otra amarga experiencia en esta misma línea lo puede constituir conocer la forma con la que se comunican el conductor de la unidad y su acompañante. Toda la suciedad del lenguaje, toda el léxico corriente y la expresión agresiva y violenta en el trayecto; no les importa si hay damas y niños, no les importa el comentario sexual o la propuesta indecorosa a las damas con que se encuentran… debieran prohibir la presencia de un acompañante del chofer pero parece que también en las ATAH es obligatorio.

Las llamadas contlas compiten y a veces ganan a las USU en el desaseo casi normal y tal vez hasta distintivo de los operadores. Vaya, algunos ni siquiera tienen la delicadeza de peinarse; ya no digamos de bañarse o de cambiarse la ropa con la que durmieron.

De buenos modales, respeto, buen trato, educación y amabilidad ni hablamos… esos son lujos extremos, detalles no idóneos para estos enemigos de la civilidad y el servicio digno, para estos amos y señores del camino que no saben contestar un buenos días, un muchas gracias y mucho menos aceptar una observación o una sugerencia.

En un estado en donde el tejido social ha sido restaurado para siempre, en donde la seguridad es envidia de los pueblos de difuntos, en donde la sociedad es más feliz que un diputado con bono de fin de año, el servicio público de pasajeros en muchas líneas parece traslado de reses o de cabezas de bovinos o caprinos.

Claro que para la autoridad del transporte, desde cuyo escritorio las cosas se ven diferentes o de acuerdo a sus sueños, todo es maravilla, perfección, logros y avances solo ocultados por los envidiosos y contrarios políticos o frustrados críticos que no pueden por ardor reconocer la victoria ajena.

Bueno, es porque de este lado nadie entiende ni acepta cómo es que pasaron la revista las combis que les suena todo menos el radio, que se descomponen un día sí y otro también. La gente no comprende cómo es que les otorgan la licencia a señores que le avientan el cambio al pasaje, que avanzan antes de que baje la persona, que se pasa los topes en acción suicida, que tienen el lenguaje propio de un barbaján y que odia el aseo y la higiene y desprecian la educación y el respeto por la gente que les da de comer.

La sociedad se ha llegado a preguntar, aunque usted no lo crea, por qué la autoridad de la SCTE no se da una vuelta, de vez en cuando, digo, para que no se vaya a contagiar de pueblo, por dentro de una combi y recorrer una ruta de ida y vuelta, nomás para que vean de qué lado masca la iguana… porque me han dicho que de eso, nada saben…

Claro que hay excepciones, claro que la hay y en ese mundo gris una excepción es una flor. Mi reconocimiento para esos choferes que tienen la voz calmada y saben decir buenos días, que tenga bonita tarde, baje con cuidado por favor, aquí tiene su cambio y muchas otras muestras de respeto. Esas experiencias son agradables pero por desgracia, son muy pocas.

Porque en la selva de asfalto, en la jungla de voraces y furiosos conductores la gente está indefensa… ¿y la SECTE?

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