Hablando de muertos, Veracruz y Tlaxcala  

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Hace ya mucho tiempo que se sabía o cuando menos se sospechaba, que el estado de Veracruz era y es un inmenso cementerio. Una enorme cantidad de personas desaparecidas en todo el país, ricos y pobres, jóvenes, niños y ancianos, hombre y mujeres, habían ido a parar en forma de cadáveres en esa entidad. Y no obstante ser pública esa trágica realidad, eran las autoridades estatales las primeras en negarlo y luego, el gobierno federal, rechazando la versión.

No hay nada que pueda mantenerse oculto por mucho tiempo. Así es que a partir de 2016 la sociedad civil empezó a descubrir las primeras fosas clandestinas en las que se hallaron restos de decenas de personas víctimas de la delincuencia organizada. Puntualmente el gobierno de ese estado ocultó la información y pagó a algunos medios para no publicar la realidad y minimizo el problema ante el país.

En 2017 ya nadie pudo impedir la difusión de lo que estaba ocurriendo desde hace tiempo en la entidad jarocha y salieron a la luz pública las ejecuciones masivas de integrantes de la mafia. Fue así como la sociedad mexicana se horrorizó con el descubrimiento de muchos entierros ilegales en los que fueron sepultadas aquellas personas desamparadas por el gobierno local y federal y que cayeron en manos de desalmados que los desaparecieron del mundo.

Lo peor estaba por llegar: en este 2018, nuevamente la sociedad civil organizada, los grupos que han evidenciado la incompetencia, corrupción, impunidad y complicidad del gobierno con la mafia, volvieron a encontrarse con fosas clandestinas, confirmando que todo el territorio del estado de Veracruz es un enorme cementerio en donde yacieron por algunos meses y años cientos y cientos de seres humanos asesinados, desmembrados, abatidos por el odio irracional y absurdo de la gente armada convertida en delincuente.

Si ya el pueblo de México se encontraba escandalizado por la violencia del norte y occidente del país, si ya estábamos horrorizados por los crímenes en el centro y sureste de México, cuando no podíamos digerir la estúpida barbarie cometida contra los 42 estudiantes de Ayotzinapa, venimos a encontrarnos con que sólo Veracruz supera a toda la nación en materia de fosas clandestinas, de personas desaparecidas, de impunidad, violencia y muerte.

Tratar de describir lo que se ha encontrado en esos enterramientos es ocioso, o morboso. Con lágrimas los testigos hablan de restos de niños de entre seis y quince años, de ancianos más allá del bien y el mal, de una enorme cantidad de mujeres de todas las edades. Toda la aberración humana se centró durante largas y oscuras noche en ese estado del que se decía “sólo Veracruz es bello” Todo el dolor se concentró en los parajes solitarios, mucha sangre inocente se derramó por años bajo la protección de la autoridad… muchas familias jamás volvieron a ver a sus seres queridos que encontraron un lecho mortuorio injusto.

El pueblo de México no acepta los argumentos absurdos y ridículos de las autoridades del orden federal y estatal con los que tratan de explicar los delitos de lesa humanidad cometidos no sólo por la mafia, sino también por las fuerzas policiacas de todos los niveles, por funcionarios menores y alcaldes que se deshicieron de sus enemigos con total impunidad. El régimen que ser va se lleva las manos manchadas de sangre y el eco del llanto de miles y miles de huérfanos y viudas que jamás volverán a ver a su gente.

Y mientras el pueblo, lleno de espanto y dolor, mira hacia Veracruz, en otras entidades se cultivan los elementos, condiciones y omisiones que los llevarán irremediablemente a replicar el horror de ese estado. Tlaxcala se encamina poco a poco pero firme hacia la temida realidad de otras regiones del país en cuanto a violencia y muertes se refiere.

En Tlaxcala, en los meses recientes, ha sido común y cotidiano el descubrimiento de restos de personas asesinadas, de mujeres violadas, de ajustes de cuentas, de balaceras con pérdidas de vidas humanas, asaltos violentos, robos de autos y a casas habitación… Tlaxcala, como otros estados, está en la mira de la delincuencia y se encuentra a merced de autoridades incompetentes. Al tiempo.

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