Grupos de autodefensa

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y periodista

Si el gobierno dice que no hay presencia de delincuencia organizada ni debe haber motivos de una excesiva alarma que llegue a la psicosis en materia de inseguridad, es para no alarmar a la población, y no necesariamente ese pronunciamiento obedece a que no haya elementos de preocupación ni necesidad de encender las alertas.

Allá por la década de los 80, cuando América Latina se espantaba por la llegada de la abeja africana a nuestro país, en Tlaxcala las autoridades de la entonces SARH jamás aceptaron la presencia de ese insecto estigmatizado por las películas alarmistas como “viene el enjambre”, “las abejas asesinas” y “peligro, asesinas con alas” entre otras, y lo hacían para no alarmar a la población que no estaba preparada para la presencia de ese ser vivo que de asesino nada tenía.

Por lo que se refiere a la ola de violencia e inseguridad que se percibe en estos momentos en nuestro estado, el gobierno y las autoridades obligadas a proporcionar seguridad a las personas y sus bienes no van a aceptar nunca que el asunto se les está saliendo de las manos, que no hay suficiente preparación ni armamento ni estrategia ni presupuesto para enfrentarla y que tampoco tienen la educación ni las formas para hacerse entender y, claro, a sabiendas de que nadie o pocos les creen.

La seguridad y la integridad de las personas y sus posesiones legitimas o no, cierto, no es sólo responsabilidad, obligación y derecho de la autoridad pues es la sociedad la que debe crear mecanismos e instrumentos para evitar ser víctima de la delincuencia, y entendido así el asunto, entonces estamos hablando de que la gente también pude, debe y tiene que organizarse para defenderse aunque al final y como en el caso del poder, se caiga en los extremos ya sea de indolencia o de fuerza y violencia.

Las leyes, normas y legislaciones depositan en el gobierno la potestad para proteger mediante la presencia disuasiva y acción preventiva y correctiva de la policía a la población. Pero a veces ya sea por incompetencia e ineptitud, por falta de recursos y efectivos, o porque la presencia de la delincuencia es superior al gobierno, esa obligación constitucional se ve superada en número, estrategia y poder y obliga a la sociedad debe autodefenderse y crear estrategias para protegerse. Eso en la práctica se está haciendo y eso, los regímenes de gobierno también lo niegan.

Lo cierto es que en estos momentos en el estado de Tlaxcala el aparato de administración de la justicia y los cuerpos policiacos de cualquier nivel tienen de cero a cinco puntos de credibilidad y confianza y la gente de la cuadra, del barrio, de la colonia y la comunidad simplemente no aceptan la mediación o el servicio o presencia de la policía para sentirse seguros.

Si bien la violencia es condenable y no debe aceptarse venga de donde venga, la ejerza quien la ejerza, para el pueblo cansado de la impunidad y la burla de delincuentes y autoridades, con una casi total desconfianza a los organismos defensores de los derechos humanos, y con una creciente animadversión a los políticos y los partidos, no le queda otra que unirse y organizarse para protegerse y mantener intactos los bienes que con tanto esfuerzo ha logrado.

Eso, desde luego, la autoridad legalmente constituida y constitucionalmente representante del pueblo no lo va a escuchar ni entender, y menos va a aceptar que está a punto de quedar a la zaga de la delincuencia y de las exigencias sociales. Ante ello, cada vez más frecuentemente veremos actos de linchamiento y justicia por propia mano, algo completamente inaceptable pero sí entendible, algo sí explicable pero no justificable, pero es, por desgracia, el único y último camino que le queda al pueblo.

La presencia de grupos de autodefensa en los pueblos, barrios, colonias y calles poco a poco va tomando forma, poco a poco se va consolidando y si bien no debieran tener cabida, es el resultado y expresión más acabada de la inoperancia de las política gubernamentales en materia de seguridad pública que debe atenderse con resultados a favor de la sociedad, no con respuestas estúpidas que denotan ignorancia y mofa.

Los resultados ya están a la vista pero vienen momentos peores, sin duda.

 

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