Por Marisol Melgar
La decisión del Cabildo de Chiautempan, de efectuar una restructuración administrativa que suprima plazas de base, pone sobre la mesa interesantes reflexiones.
Una de ellas -quizá la principal- es que quienes integran el Sindicato 7 de Mayo demuestran, en los hechos, que los gritos y sombrerazos ya no son suficientes para sostener sus espacios laborales ni sus supuestas conquistas gremiales.
Finalmente, el juicio de la historia les pasa factura, y luego de décadas de privilegios, hay autoridades que, con la ley en la mano, están sacudiendo las administraciones para desincorporar a quienes no son necesarios.
La Cuarta Transformación lo está haciendo posible, como lo ofreció el presidente López Obrador. No puede haber administraciones obesas que dilapiden el presupuesto en gasto corriente. El interés de todos debe estar por encima del de unos cuantos, y qué bueno que esté pasando en Chiautempan.
Se estima que con el recorte de plazas de bases se ahorrarán recursos por casi 11 millones de pesos, que bien pueden destinarse para más obras y programas sociales.
La gente lo ha pedido por largo tiempo: que no haya una burocracia dorada e intocable, que no haya trabajadores de primera y de segunda.
Ojalá otros municipios tomen nota, y ojalá también los sindicalizados hagan un examen autocrítico, y entiendan que no son intocables, y que, como los trabajadores de confianza y honorarios, deben hacerse valer por su eficiencia y eficacia, no por la amenaza de “echar a su sindicato”.
