Gobierno federal en crisis

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Considero que en términos generales y basado en evidencias objetivas, el gobierno del presidente de la república, Enrique Peña Nieto, se encuentra en su peor momento o lo que es lo mismo, se ubica en una situación extremadamente difícil rumbo a entrar a una crisis de consecuencias impredecibles.

Particularmente creo que esa realidad es producto de un mal manejo de su discurso, una equivocada forma de difundir su proyecto y una pésima manera de explicar qué y para qué de las cosas. Su mensaje, al no ser correctamente enviado, fue tergiversado y en consecuencia, aprovechado por quienes no buscan el bien del país, sino abatir al contrario: al actual régimen.

A Peña Nieto le iba a ir mal de todos modos porque por un lado, si no hubiera movido un dedo para mover o sacudir al país con sus mentadas reformas estructurales, de todos modos lo iban a inmolar su no hubiera implementado esas y otras, las que fueran.

Quizá su idea central, su proyecto original, su objetivo y meta hayan sido las correctas, tal vez no sólo tienen o tuvieron buenas intenciones sino también destino y posibilidades de éxito, pero fueron puestas para su operación en manos inexpertas, en voz de seres de bajo el volumen y poca credibilidad o experiencia; entonces se perdieron, naufragan ya, no encuentran destinatarios, o encuentran oídos sordos y personajes que quieren escuchar lo que les da la gana y por lo mismo, interpretan ese mensaje a su manera y para su beneficio personal.

Los enemigos de su gobierno, que reales y peligrosos son pocos pero con mala información muchos, les conviene y hasta les encanta que nadie desde el Congreso de la Unión salga a defenderlo y que quienes lo hacen, lo hagan temerosos, ocultos, como sin querer. Porque esos contrarios a su mandato se hacen que ignoran que fueron y son los diputados quienes aprobaron esas leyes derivadas de las propuestas de reforma enviadas por el Ejecutivo Federal.

Si culpables hay que buscar, hay que encontrarlos entre nuestros representantes de todas las entidades federativas a quienes les pagamos y mucho, por crear y aprobar leyes desde el Senado y el Congreso. El culpable de la debacle nacional no es solo el presidente de la república… los legisladores debieran compartir el linchamiento popular, ellos también deben ser considerados culpables si es que acaso hubiera que culpar de algo a alguien porque si lo que se repartieran fueran reconocimientos y premios y halagos, hasta los más acérrimos enemigos del presidente estuvieran arrebatando los reflectores.

El presidente de la república tiene mucho de culpa en este asunto del naufragio de su gobierno pues no ha sabido conciliar, dialogar, negociar, mantener el orden dentro de la ley sin llegar a la represión, no ha tenido la capacidad de meter en cintura a los gobernadores corruptos que lo son casi todos, no ha llevado a los hechos el discurso del fin de la impunidad ni ha podido explicar casos y situaciones tan elementales como la falta de cumplimiento de sus promesas de campaña.

El presidente de la república, dije, tiene pocos enemigos reales… el resto son aquellos que sobrados de arrogancia, miseria mental excesiva, mucha mediocridad y extremadamente vulgares y corrientes, lo atacan en las redes sociales por cuestiones que poco tienen que ver con un descontento social o con un mal gobierno y que por lo mismo, poco o nada proponen para un cambio de mentalidad o de mandato.

Cierto, Enrique Peña Nieto como que no necesita mucho o a muchos para dar de qué hablar mal de su gobierno, de su persona y su familia… se pone de a pechito…

Y luego, si se cometen pifias tan ofensivas al orgullo y la dignidad nacional como el recibir a esa aberración llamada Donald Tromp pues ni cómo ayudarlo.

Lo cierto es que todo aquel mexicano, todo buen mexicano que desee ayudar al país no tiene por qué ser tan grosero ni tan corriente para expresar su descontento. Toda esa basura y suciedad que se le arroja al presidente no contribuye a construir la nación que necesitamos y en todo caso, quienes se la arrojan al primer mandatario se convierten en los peores enemigos de México al trivializar, viralizar y minimizar la realidad.

La situación del régimen federal actual pasa por un momento muy difícil que tiende a empeorar porque no hay señales de dirigirse a puerto seguro, de ahí que si no hay quien enderece la nave puede entrar en crisis en cualquier momento. Y eso es extremadamente peligroso.

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