Gobierno colérico ante inconformidad del pueblo

Por: José Orlando Isidro Ramos

Dirigente Estatal del Movimiento Antorchista en Tlaxcala

La curva de casos positivos por coronavirus en México sigue creciendo alarmantemente, alcanza (al 20 de junio) 170 485 contagios y 20 394 decesos por el SARS-CoV-2, demostrando que las medidas sanitarias de contención han sido deficientes y hay un manejo errático de las autoridades gubernamentales para enfrentar la enfermedad. El incremento de contagios implica postergar la apertura de la vida económica del país por lo que las afectaciones como el desempleo, la falta de ingresos y el hambre se hacen más profundas y en una mayor población. Los costos humanos y económicos serán cada vez mayores si el gobierno federal sigue sin implementar un estrategia que tienda a mitigar la pandemia y para atender la crisis económica que ya sufren los mexicanos.

            Entre las acciones que ha tomado el gobierno de la 4T para atender la crisis están: la batería de programas de transferencia monetaria para 22 millones de mexicanos (las cifras oficiales reconocen 50 millones de pobres y un acelerado incremento en pobreza extrema por la pandemia); el blindaje del gasto para obras faraónicas como la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto de Santa Lucia y el Tren Maya; la cancelación de subsecretarias de Estado y la reducción de salarios de altos funcionarios, entre otras. No vemos acciones que incidan directamente en el rescate e impulso de la estructura económica y productiva del país; no se han implementado medidas paliativas para subsanar la falta de ingresos de los trabajadores ante los millones de empleos perdidos; no hay preocupación para que la política sanitaria tienda a garantizar el abastecimiento de insumos y equipo técnico para que los trabajadores de la salud atiendan a la población contagiada, no hay, en suma, respuesta del gobierno ante los problemas por la crisis sanitaria y económica.

            La falta de atención a los problemas socioeconómicos está desatando la inconformidad de la población, de los sectores más vulnerables por el desempleo y el hundimiento en la pobreza extrema, que se manifiesta en protestas y exigencia para que los distintos niveles de gobierno adopten medidas que les permita sobrellevar la contingencia sanitaria y la crisis económica. Por ello, no debería sorprender que ante la gira programada de López Obrador en los estados de Veracruz, Tlaxcala, Puebla, Hidalgo y Morelos, varios sectores salieran a encarar al presidente solicitándole atención urgente a sus problemas, por lo que las visitas se hicieron en un marco de resguardo militar, con una logística hermética para los medios informativos y un distanciamiento marcado con la ciudadanía, para evitar así el reclamo popular.

            Los reclamos de campesinos, ganaderos, colonos, obreros, comerciantes, transportistas, organizados en Antorcha, terminaron por exasperar el ánimo del señor presidente en Puebla, por lo que nuevamente vociferó las calumnias de siempre en contra de los antorchistas: intermediarios, chantajistas, vividores de moches, privilegiados del priismo, etc., para descalificar el legítimo reclamo ante la opinión pública. Lo repetiremos cuantas veces sea necesario, Antorcha nunca ha sido intermediaria de ningún programa de gobierno, solicitamos obras y servicios que presupuestan y ejecutan las autoridades en turno y hemos luchado por ellas ante gobiernos de cualquier extracción partidista y sobre todo de gobiernos priistas. López Obrador le miente al pueblo para esconder los problemas profundos y graves que no puede resolver su gobierno y calumnia a la organización del pueblo pobre de México porque es incapaz de responder a las inconformidades que encauza  el Movimiento Antorchista Nacional.

            Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa el lugar 39 de 40 países en “cuanto a calidad de vida” debido a que ocupa el último lugar en nivel educativo, el 39 en el balance vida-trabajo y el 38 en inseguridad, y dice que la calidad de vida puede mejorar si los mexicanos reciben “apoyo público para que las familias puedan salir adelante con prestaciones y servicios y así reducir la pobreza…” pero esto no está pasando ni está en la preocupación de la 4T. El desempleo que alcanza a casi 20 millones de mexicanos, la pérdida de salario real ante los despidos y  cierre parcial de las empresas y la incapacidad de la población para acceder a la canasta básica explica porque muchos mexicanos están generando una masa de inconformes que piden una forma distinta de atender las necesidades del país, no están de acuerdo con la austeridad gubernamental que los condena a la inanición ni concuerdan con la apología de la pobreza de López Obrador que pide vivir fuera de lujos y llevar una alimentación magra como si las clases trabajadoras y populares conocieran otro nivel de vida.

La inconformidad se gesta instintiva y espontáneamente de ahí su falta de eficacia y contundencia al buscar solución a las condiciones que la generan, pero si logra superar ese nivel espontaneo y toma conciencia de las razones profundas que provocan su malestar, y no sólo de las razones coyunturales, puede dirigir su fuerza a un cambio profundo, radical, que le brinde la oportunidad de superar la causa y no solo los efectos de sus malas condiciones de vida. Si los millones de desempleados, si los millones de pobres que hoy padecen hambre, van más allá de la queja individual, de las protestas unilaterales, de la demanda sólo de empleo y alimentos, si manifiestan su inconformidad de manera organizada y consciente, pueden ser un factor decisivo en la instauración de un nuevo gobierno que responda a sus intereses, que se comprometa a mejorar verdaderamente sus condiciones de vida, creando las bases para la construcción de un país más justo y equitativo.

Precisamente, lo que trata de impedir el gobierno es que el pueblo esté inconforme, por eso se le miente de lunes a viernes con los discursos de “primero los pobres”, “vamos bien”  y “no hay corrupción”. Se trata de impedir que esa inconformidad se consolide en fuerza transformadora que cambie las condiciones de vida de millones de pobres y de ahí las calumnias en contra del Movimiento Antorchista. Se trata de pulverizar la fuerza del pueblo y desprestigiar a sus líderes para conservar los puestos de poder y con ellos los privilegios de la clase política, hoy morenista, mañana donde su carácter arribista les acomode.

No estamos saliendo de la pandemia ni se avizora la recuperación económica del país. El gobierno no sabe cómo enfrentar los problemas y responde colérico con actos autoritarios e intimidatorios a todo aquel que contradiga sus malas políticas. Los mexicanos debemos prepararnos para enfrentar mayores problemas y un recrudecimiento de las crisis que ya vive nuestro país. Pese al tétrico panorama podemos decir que saldremos avante si los mexicanos inconformes con el mal gobierno de la 4T participan en la conformación de un frente nacional progresista que le permita vivir en condiciones dignas, con buena alimentación, salud, educación, cultura, deporte, recreación y esparcimiento. Un mejor país no llegará sólo, las masas tienen que participar, trabajar y luchar para que sea posible.

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