Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
Nada que ver el discurso político de los partidos y candidatos con los resultados de las autoridades emanadas de las elecciones constitucionales. En campaña, en el proceso electoral pasado del que resultaron las actuales autoridades municipales, todo era promesa y buenas intenciones; a estas alturas, entre el decir y el no hacer o el no cumplir hay un abismo.
Hay municipios donde los ayuntamientos actuales son simplemente un fracaso para el pueblo y para el partido que los postuló. Ejemplos: Tetlanohcan, Tlaltelulco, Chiautempan, Apizaco, Zacatelco, Tlaxcala capital y los que usted guste agregar. Todos gobernados por hombres, de diferentes partidos, de distintas edades, pero con la misma demagogia, el mismo mal resultado e igual repudio social.
El alcalde de Tetlanohcan es el claro ejemplo de cómo un individuo puede perder el sentido de la realidad y de cómo se es capaz de traicionar a todos, incluyendo al pueblo y a quienes lo apoyaron para llegar al poder. En vez de recibir el reconocimiento y respaldo de su pueblo, Francisco Rodríguez Mendieta se ha convertido en la burla y en toda forma de rechazo y repudio de la gente. ¿De verdad así era el plan? ¿Para eso votó el pueblo?
En Tlaltelulco muy tardíamente la gente se arrepiente de haber votado por el Partido Verde Ecologista de México pues el presidente, Marco Antonio Pluma, resultó ser un error en la historia actual de La Magdalena y eso, no es apreciación de la prensa ni opinión de sus adversarios políticos, sino la convicción y comentario certero de los propios tlaltelulquenses. La presente administración es mala referencia para ese grupo político y para el partido que los hizo ganar.
Apizaco es la misma historia de ineptitud, incompetencia, corrupción y rechazo social que se vive en muchos municipios del estado. Casi es referencia obligada si se habla de nulos resultados y de mal gobierno, de autoridades insensibles y abusos. Como en muchos otros ayuntamientos, se privilegió la satisfacción de intereses personales, la confrontación estéril y el desprecio por el pueblo.
Zacatelco, dicen los propios habitantes, es la muestra de que por encima de cumplirle a la sociedad están las ambiciones políticas. Poco atractivo resultó para las autoridades pasar a la historia como la mejor administración y prefirieron distraer recursos para tratar de posicionarse políticamente en busca de otras aventuras electorales. Es referencia de abusos, de escándalos y corrupción que, sin duda, jamás fue lo que el pueblo quiso.
El común denominador de estas y otras administraciones, además de pérdida del sentido de la realidad, es la ambición desmedida, la falta de autocrítica, el distanciamiento con el pueblo, el desorden administrativo, el incumplimiento de compromisos o promesas de campaña y la traición a los ideales y a los ilusos que los apoyaron.
Otra cosa que los caracteriza es que niegan cualquier crítica y consideran que cualquier opinión ajena al halago y la lambisconería es ataque. Se han creado un mundo aparte en donde todo es color de rosa a tal grado de que se creen los mejores alcaldes del país y se complacen con encuestas a modo en donde aparecen como modelo nacional e internacional de administración pública. La demencia en toda su expresión.
Y como burla, muchos alcaldes buscan mantenerse en el poder postulando a sus innombrables hijos e hijas en como aspirantes o candidatos a sucederlos o cualquier otro cargo de elección popular. Ajenos a la realidad y obstinados en ignorar la opinión generalizada, se creen insustituibles y merecedores de homenajes, monumentos y reconocimientos, cuando en realidad la descripción que de ellos hace el pueblo no puede escribirse en ningún lado por ser ofensivo.
Aunque parezca increíble, las acusaciones de corrupción, las sospechas fundadas o no de enriquecimiento cínico e explicable, las pruebas de desvíos, documentadas en las instituciones que debieran luchar contra la corrupción, no van a significar nada. La complicidad está en todos los niveles. En Tlaxcala no pasa nada y cuando pasa, no pasa nada.
En Tetlanohcan, Tlaltelulco, Tlaxcala capital, Apizaco y Chiautempan entre otros muchos municipios, es muy difícil que repita el partido actualmente en el poder. Sus alcaldes y sus pésimos resultados han sepultado esas intenciones. Por desgracia, sus presentes propuestas no son las mejores: son los mismos de siempre, con el mismo discurso, con la misma gente detrás, igual demagogia y promesa.
Insisto, lo aquí vertido no es apreciación personal, no es una visión limitada o asunto personal, sino es el eco de lo que se escucha en el transporte público, en la fila de las tortillas, en el café o en las reuniones familiares. La realidad supera por mucho el mundo ilusorio y mentiroso en el que viven quienes no quieres aceptar la verdad.