No se nace joven, hay que adquirir la juventud. Y sin un ideal, no se adquiere.
José Ingenieros
José de Jesús Jiménez Rugeiro
Es un lugar común decir que la juventud es un tesoro; quienes caen en esta sentencia vaga y de poca reflexión suelen aludir a dos cualidades innegables de los jóvenes, la fuerza y energía física propia de su edad y, por otro lado, la multiplicidad de oportunidades por las que pueden decantarse en ese momento de la vida. Sin embargo si nos atenemos a la realidad, veremos que muchas de esas jóvenes promesas (deportivas, académicas, artísticas, etc.) en madurez se tornan en “uno más del montón”. Pocos son los casos de aquellos que después de haber dado muestras de talento juvenil destacan en la disciplina a la que deciden dedicarse.
En este sistema, las oportunidades se ven acotadas por varios factores. Uno de ellos, el económico, que deriva en falta de oportunidades; otro aún más triste es el hecho de dejarse llevar por la filosofía hedonista imperante que pregona el placer como fin último de la vida, llamémoslo “un estilo de vida común”. Trataremos de ser más claros. En el primer punto sabemos que no son pocos los casos de gente que, por ejemplo, debe dejar de estudiar por falta de recursos económicos (la eficiencia terminal es de aproximadamente 7% considerando el periodo comprendido desde el kínder hasta finalizar una carrera universitaria). Tampoco podemos esconder que las condiciones de la educación pública y privada distan mucho unas de otras pese a que es el sistema estatal el que absorbe la mayor cantidad de alumnos (88.6% aproximadamente). En recientes épocas de Covid la brecha entre alumnos con internet (que pueden enfrentar mejor las nuevas condiciones de seguridad sanitaria) y los que no, se ha hecho más grande. Sin un ápice de defensa de administraciones pasadas, los fideicomisos que ha atacado tanto este gobierno eran auténticos paliativos para estos males. En el segundo aspecto y gracias a nuestra experiencia docente podemos decir que son muchos y muy lamentables los casos de jóvenes talentosos que prefieren dejarse arrastrar por vicios como el alcohol y otras drogas, por las fiestas o el matrimonio temprano quedando en simples chispazos el talento que podría ser luz de nuestro futuro o al menos el de ellos. Se menosprecia el esfuerzo y se denosta a la obediencia consciente y proveniente de convicciones genuinas. El interés colectivo se hace parecer subordinado al interés particular, etc.
Para combatir estas problemáticas se crearon desde hace años y por varias agrupaciones las casas de estudiantes. Estos albergues, a nivel nacional los más exitosos los del movimiento Antorchista Nacional, son un intento serio de alternativa para todos los jóvenes que no quieren ver truncado su futuro. Y es ahí donde entra la historia de Nancy López García.
Nancy era originaria de la comunidad de Pocitos en Altzayanca, una comunidad de poco menos de 1200 habitantes que se dedican principalmente a la producción agrícola. Sus ganas de superarse, de hacer valer su juventud y ante la falta de oportunidades ingresó a la casa del estudiante Tlahuicole en Tlaxcala. El formarse como profesionista en psicología y el estudio serio de las condiciones que llevan al pueblo a sufrir miseria y pobreza la guiaron como el caudal de un río que se desborda a abrazar la causa de luchar junto con el movimiento Antorchista para llevar progreso, desarrollo, cultura, ciencia, deporte y una vida más justa en general para las
colonias más pobres de la zona Oriente del estado. Así lo prueban la gestión de obras como drenaje y electrificación para colonias como la 6 de junio y Héroes de Antorcha en Huamantla y su trabajo en materializado en calles, fertilizante y vivienda para Pilares, Morelos, Cuauhtémoc y otras comunidades donde fungía como dirigente de otros activistas. Es ahí donde se ganó el corazón de la gente que la recuerda por su amabilidad, buen trato y perseverancia que la convirtieron en una líder de verdadera raigambre popular. Esta raigambre, fuerza de los auténticos líderes populares, la llevó a enfrentarse valientemente a intereses muy particulares que son el contexto en que finalmente se daría su muerte. Fue víctima de feminicidio por el cual ya hay presos, este será el dictamen de la autoridad pero es un crimen que sigue escociendo la piel de todos aquellos que la conocimos.
Para muchos el nombre de Nancy López García será uno más entre muchos; de esos que no salen en revistas ni en la tele. Pero algo más grande y mejor le aguarda. Para cientos de tlaxcaltecas su nombre es símbolo de trabajo, lucidez, y un corazón siempre dispuesto a luchar por los más desprotegidos de nuestra patria. El día 31 de octubre del presente año a las 11 horas aquellos que nos hacemos llamar sus compañeros celebraremos la inauguración del auditorio que llevará su nombre; su memoria es el testimonio más que fehaciente de que la juventud es impulso, brío, y resplandor que puede iluminar el futuro de nuestros pueblos. Los invitamos, muy amablemente a compartir este momento.