Expectativas peligrosas

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

En el arranque de las campañas electorales, la gente debe poner mayor atención al mensaje, al contenido, a la propuesta, al conocimiento del candidato sobre la problemática general y en sí, a todo lo que rodea al aspirante y no a sus atributos físicos ni a sus logros académicos o a su paso por dependencia y oficinas. Lo primero es lo más importante y lo segundo, no lo es al momento de dar resultados.

Porque en su campaña, el político echa mano de toda su capacidad discursiva, de todo mensaje que el elector espera y quiere oír, habla de lo que la gente ha escuchado en otros momentos y circunstancias y promete lo que la sociedad espera de él o de otros. Porque el aspirante sabe qué es lo que las personas esperan y quieren y mediante su facilidad de palabra promete y jura aunque en realidad no sepa por dónde empezar y no tenga ni idea de qué es eso que dice.

El político abre muchas expectativas. Es la solución a todo problema individual o colectivo, es la solución mágica a todo lo que afecte y aqueje al pueblo, es la respuesta inmediata y certera; posee el conocimiento y los conocidos e influencias que lo ayudarán a dar respuestas positivas para alcanzar la felicidad y el progreso y será el garante de la honestidad, la honradez, la educación, el respeto y la dignidad. Al aspirante nada le falta. Es perfecto. Es ideal.

El candidato se vende bien y sabe que la gente se queda con la propuesta y la promesa que va a solucionar el problema económico, de inseguridad, de salud y de atención ya sea desde lo particular o desde la colectividad. Sabe que sería un suicidio ponerse en contra del elector y por el contrario, se dice ofendido y agraviado por el actual régimen al cual critica y acusa con los mismos argumentos de la gente pues de lo contrario, se habrá de dejar ver como cómplice de los malos. Y de lo que se trata es ser aliado de los buenos. Con esa idea sembrada de que padece igual que el pueblo obtiene a veces la simpatía y el voto de algunos cuantos.

El problema es que con ese mensaje el candidato abre muchas expectativas que sabemos y sabe él que no va a cumplir. Son promesas de un mundo idealizado, son propuestas de una sociedad y una economía nacionales imposibles de hacer realidad. Las condiciones conductuales de las personas desde lo privado y lo público, la política económica, la cultura de impunidad y corrupción, las leyes contrarias al bien común, la desidia de la gente, el desinterés por la superación y una arraigada cultura de valemadrismo harán imposible el cumplimiento de sus ofrecimientos.

Tal vez tengan todos los deseos de sacar adelante al país, de resolver a la gente sus problemas más apremiantes, de ayudar, de servir, de dejar huella y ser diferentes a los actuales funcionarios, pero se habrán de enfrentar a la realidad que dista mucho de los planes forjados al calor de una fiebre electoral y al influjo de un discurso común y de futuro improbable.

Los políticos que obtengan el triunfo en las elecciones de este año, al ganar y llegar al poder simplemente van a encontrarse conque el mundo imaginado e imaginario no existe. Hay inercias imposibles de romper, hay una cultura de corrupción insertada en las profundidades del sistema político que lo orillarán a ser parte ineludible, hay insensibilidad de unos y hay ignorancia en otros. Hay nulo interés de muchos por hacer realidad el sueño de un México diferente. Hay una enorme carencia de valores y poca disponibilidad para cambiar esta lacerante realidad.

Los aspirantes deben moderar su mensaje y colocar la propuesta a la altura de la realidad social, política, económica y cultural del país en tanto que el elector, debe entender que el mensaje y la propuesta o la promesa son sólo un catálogo de buenas intenciones y una melodía de expectativas que simplemente no se van a poder cumplir.

Parte del desencanto social se debe a que la gente creyó en imposibles, se dejó sorprender por una oferta de soluciones fáciles, por milagros, por juramentos… no siempre la culpa es del político. Las expectativas políticas son peligrosas para ambos. Porque por otro lado, los individuos desinformados prefieren creer que leer. No se informan del alcance de la propuesta, no se molestan en conocer más del candidato y no participan, no preguntan, no cuestionan. Sólo se dejan llevar por la palabra fácil y las recetas que todo solucionan y logran.

Las perspectivas que de los actuales funcionarios en el poder tuvimos no son las esperábamos. Y eso nos da la idea de lo que serán los futuros gobernantes que obtengan el triunfo en las elecciones de este año.

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