Expectativas

Foto: Lorena Cuéllar Cisneros acompañada por gobernadoras electas y la Jefa de Gobierno de CDMX, Claudia Sheinbaum, durante su toma de protesta en el Congreso Local.

La Pluma más Rápida/Columna

Llegó la fecha y los tlaxcaltecas ya tenemos gobernadora, la segunda en la historia del Estado y la más votada nunca antes en cualquier otro proceso que otro varón haya ganado. En fin, hay jefa del Ejecutivo y las expectativas y las esperanzas son muy altas.

Arropada por amigos políticos, otros más personales y familiares, su mensaje de rendición de protesta fue claro: “que quede claro, no habrá cabida para la corrupción, complicidad o contubernio, para nadie sin importar partido”.

Aprovechó para solicitar al Poder Legislativo su respaldo para lograr una reingeniería de la administración pública, la cual hará posible, dijo, que los apoyos sociales lleguen de manera directa a las y los tlaxcaltecas, y se efectúen más acciones con menos recursos económicos.

En general, el discurso de Cuéllar Cisneros es esperanzador de un mejor futuro para Tlaxcala y con un vuelco en la manera de gobernar, en la que los privilegios y los privilegiados y sobre todo los corruptos no deberán estar en la órbita del servicio público.

Lo dijo claro también, que el compromiso de la cuarta transformación es la felicidad de las personas, por ello el mayor de sus responsabilidades es cumplir las esperanzas con la que el pueblo tlaxcalteca decidió la llegada de la 4T el pasado 6 de junio con su voto.

Lastimosamente, no pudo – o no quiso – hacer nada contra la designación de dos patentes de notarías públicas a modo en los últimos días de su antecesor, Marco Mena, quien benefició a quien fuera su secretario de gobierno, Aarón Pérez Carro, pero también a Antonio Flores Sánchez, yerno de la hoy gobernadora.

Por tanto, se contrapone al discurso de no mentir, no robar y no traicionar y aunque pueda excusarse con que ella no tuvo nada que ver en ese procedimiento. Es un hecho que moralmente pudo haber pedido públicamente a Mena que se abstuviera de hacer esos nombramientos. Más aún, que se opusiera a que su familiar político participara por ser un evidente choque a su discurso.

Con eso literalmente hubiera “salido en hombros” en términos taurinos, pero no, prefirió desentenderse de ese “pequeño detalle”. Aunque eso generó escozor, sin dura que Cuéllar Cisneros entra al arranque de su sexenio con un enorme bono democrático que, se espera, no sea lapidado con acciones buenas que parezcan malas.

Hasta la próxima

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