Isaías Chanona Hernández
Resulta muy pertinente realizar una reflexión en torno a una problemática acuciante en la actualidad y que afecta, no solo a México si no a la mayoría de las democracias occidentales.
Me refiero a la relación entre el Estado de derecho, la política democrática y el sistema económico dominante, el capitalismo. Y en efecto, la relación que guardan estos dos elementos que dominan el funcionamiento de una sociedad como la nuestra, son un poco más complejas y contradictorias que como pretenden vendérnoslas los críticos y defensores del sistema. Por supuesto que los teóricos defensores del sistema económico y político dominantes defienden que solo puede haber verdadera democracia si existe un orden económico de carácter liberal.
Crawford Brough Macpherson, profesor canadiense de Ciencias Políticas de la Universidad de Toronto, en su Teoría democrática expone que “la teoría justificativa de la democracia se basa en dos objetivos: un reclamo para maximizar utilidades individuales y una pretensión de maximizar los poderes individuales” pero que ninguno puede ejecutarse debido a los defectos inherentes por los cambios de las circunstancias actuales que requieren un cambio de algunos de los principios de la teoría democrática. Macpherson explica que uno de los valores de nuestra teoría democrática ha sido la trascendental importancia de la “libertad de elección” que reclama una especie de consumidores políticos capaces de responder a los cambios en preferencia del consumidor y que, de igual manera, la economía de mercado, en la que las democracias occidentales se basan, responde a los cambios de eficaz demanda, “pero lo que no suelen advertir a este respecto es que lo que podría estar afectando al mercado mundial es que las preferencias de los consumidores están cambiando”. Por ejemplo, en los países en donde pondera un gobierno que trabaja a favor de las clases trabajadoras, en donde el Estado interviene directamente en los asuntos económicos, totalmente contrario a lo que defiende la teoría económica neoliberal que impera en nuestro país, ahora son los demandantes globales efectivos que responden a los cambios que exige el desarrollo de las fuerzas productivas y sociales.
En nuestra democracia se nos dice que todos los mexicanos tenemos derechos, que todos los mexicanos vivimos en un país libre y que contamos con todas las posibilidades de disfrutar tal libertad. El gran paso adelante que se dio en nuestro país con la creación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en 1917 fue que pasamos de la desigualdad legal a una igualdad legal, es decir, ante la ley todos los mexicanos y mexicanas contamos con igualdad, pero ¿podemos todos los mexicanos disfrutar de tales beneficios?
Nuestra carta magna establece que todos los mexicanos tenemos derecho a elegir a nuestros gobernantes, que tenemos la plena libertad de adherirnos a determinado partido político, pero en la cotidianidad no podemos competir contra aquellos que han ponderado el poder desde que se creó el Estado de Derecho y que, sintiéndose amenazados por un partido que defienda realmente a los trabajadores, se unen para contrarrestar esa fuerza del pueblo que se decide a formar un partido que los represente.
Eso intentó hacer el Movimiento Antorchista en el estado de Puebla y se crearon muchas barreras para poder conformarlo y poder contender en las elecciones de 2020. Establece también que tenemos derecho a la manifestación, a la petición y exigencia de solución de promesas por parte de los gobiernos, pero ¿realmente contamos con es libertad en nuestro país? Nuevamente en Veracruz, con el recién encarcelamiento de uno de nuestros compañeros que exigía mejores condiciones para los trabajadores, vemos que no es así.
Y por otro lado también establece que tenemos derecho a una vivienda digna, que tenemos derecho a recibir salud de calidad, derecho a todos los servicios básicos pero la situación de muchos mexicanos nos grita que la Constitución no se está aplicando a todos por igual. ¿De qué libertad hablan cuando nos dicen que tenemos derechos a elegir y disfrutar de todos estos beneficios, si para todo se necesita tener un ingreso monetario y en nuestro país la tasa de desocupación es de 3,1% de la población económicamente activa? No la hay, no existe tal libertad.
La libertad que proclama el Estado de Derecho está determinada por el sistema económico dominante neoliberal capitalista: si no trabajas, si no tienes un ingreso económico, no tienes derechos. Así de simple. No basta por lo tanto esta igualdad legal, no basta con elegir a los gobernantes que quien sabe quién pone a nuestra “disposición” para elegirlos, la camisa económica neoliberal que defiende “el libre mercado” y la Democracia tal como se practica hasta el momento, ya es muy estrecha para las necesidades sociales y económicas nacionales.
La coyuntura geopolítica actual exige en México un cambio profundo de ambas cuestiones, exige que todos conozcamos el problema, unamos esfuerzos y trabajemos juntos por cambiar de base la causa principal que provoca la pobreza lacerante, de otra forma, seguiremos en un estado lamentable de miseria económica, social y política.