Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
De los muchos escenarios actuales en materia política, sobresalen dos y tienen que ver con la realidad actual de suspirantes y partidos en Tlaxcala por alcanzar triunfos en futuros procesos lectorales. En este momento, ningún político que se jacte de inteligente se le ocurriría asomar la cabeza anunciando sus aspiraciones por cualquier instituto político. Simplemente sería un suicidio; sabe que debe esperar. Tal vez no sepa qué, pero intuye que debe esperar.
Quiérase o no, el PRI, PAN y PRD saben que en el próximo proceso electoral la tienen muy difícil, extremadamente complicado. Triunfos a la vista no vislumbran y saben que una victoria en las urnas tiene que ver más por un error en la postulación de MORENA que con la garantía de su candidato. Si se suman una excelente propuesta de esos partidos a una mala decisión del partido en el poder federal sí podría haber garantía de triunfo; no hay de otra.
En la mayoría de los municipios en que gobiernan esos tres partidos ahora de oposición, sus alcaldes no ofrecen buenos resultados y se pronostican mayores problemas de gobernabilidad, financieros, de atención social y de ausencia de desarrollo y avance, pronosticando incluso que el próximo año algunos presidentes sean destituidos o arrojados del poder por una sociedad inconforme y hasta por grupos de desestabilización que obtendrán beneficios.
Porque es innegable que en los municipios en que se registran fuertes conflictos sociales, PRI, PAN y PRD no han sabido leer ni interpretar la realidad política actual. Como si estuvieran en sus momentos de gloria y de poder, los funcionarios emanados de esos colores y siglas siguen actuando de la forma que ya hartó al pueblo, se siguen comportando de forma prepotente e ineficiente ante quien los eligió y sus administraciones como antes, siguen registrando desvíos, desfalcos, poca o nula obra pública, inseguridad, nepotismo y soberbia.
Desde luego que hay excepciones, muy honrosas. Se sabe de presidentes municipales, por desgracia los pocos, que ofrecen resultados y respuestas a sus gobernados y si enfrentan problemas, distan mucho de ser por cuestiones administrativas y salta a la vista el interés personal y de grupo y la estrategia política por desestabilizar un ayuntamiento.
La sociedad está expectante, observa, juzga, sentencia y sigue planteándose la necesidad y urgencia de un cambio. Esta idea sigue vigente y fuerte; el pueblo siente que debe continuar el cambio y el electorado no tiene nada tan cerca como MORENA.
El juicio y crítica de la sociedad es certera y también señala hacia el congreso del estado y hacia los municipios en los que MORENA tiene un regidor. Los mismos militantes y líderes de ese movimiento político acusan a sus diputados de haber defraudado a los tlaxcaltecas y de haber incumplido las promesas y de quebrantar las expectativas: no hay cambio a pesar de ser mayoría en el palacio de Allende. Los comparan con los legisladores y legislaturas pasadas que se pusieron a la orden del Poder Ejecutivo y hacen comparativos por su improductividad y nula respuesta.
Los regidores de MORENA, dicen, se convirtieron en comparsas de los malos alcaldes y los acusan de dejarse maicear por los presidentes, traicionando así la confianza del pueblo y rompiendo ese juramento supremo de no robar, no engañar y no traicionar al pueblo. Los mismos morenistas ofrecen recompensa jugosa a quien señale a un regidor en su papel de oposición o contrapeso o a favor de la gente; no los hay, en ningún lado; en ese sentido están en la misma situación y condición de los diputados locales.
Y por si eso no fuera poco, la renovación sus dirigencias nacional, estatal y municipal están viciadas de origen y se no hay autoridad para poner orden, MORENA no se diferenciará en nada de los otros partidos que nos han enseñado que en eso de ponerse de acuerdo se hablan en chino.
Los escenarios están confusos por donde quiera que se mire; Tlaxcala y su política y sus políticos no garantizan nada, no por el momento. No obstante, hay que permanecer atentos pues esos mismos escenarios pueden cambiar radicalmente conforme se acerquen los tiempos electorales.
