Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
Son muchos los temas que ocupan el tiempo de los analistas, de los que dicen que saben mucho, de los que anticipan y adivinan el futuro o cuando menos de los que se creen infalibles en sus predicciones y hasta se consideran adivinos. Pero de esos muchos asuntos que están sobre la mesa y gravitan en tiempo real en Tlaxcala están los que preocupa al gobierno y ocupa a la sociedad. El político es un caso recurrente y el del gobierno y el de la seguridad, también.
El escenario en Morena cada vez es más confuso y los grupos adentro y afuera se confrontan cada vez más fuerte y ya sin máscaras. Siguiendo su naturaleza, priistas, perredista y panista se traicionan, se ponen trampas y se disputan un lugar, se pelean por los reflectores y se muestran capaces de todo con tal de apoderarse de ese partido. En Tlaxcala Morena la tiene muy difícil y se le complica por varias razones.
Sin duda la franquicia les da para mucho todavía. Es casi seguro que ese partido repita en la gubernatura y chance en algunas presidencias municipales. En términos generales, la filosofía de la Cuarta Transformación, corona y promesa del presidente Andrés Manuel López Obrador, no se ve en Tlaxcala. Los principios y objetivos que a nivel nacional se pregonan están ausentes en los modos y las formas de ejercer el poder. El discurso es ajeno, confuso, poco claro.
Pero si en Morena las cosas son un tanto difíciles, en el PRI en mensaje es de que los cambios ahí son para seguir igual. Recientemente en Chiautempan se impuso una dirigencia municipal de la misma forma que en se hacía en los peores años de la dictadura priista. La imposición sigue siendo el método para colocar a recomendados, amigos, ahijados y compadres en sitios estratégicos; la militancia es lo de menos. Las consecuencias y los resultados electorales no cuentan. Y si de anticipar y anunciar derrotas en las urnas se trata, la imposición es la receta.
En el tricolor no hay figuras visibles, y las que se asoman no tienen ni siquiera la mínima posibilidad de hacerle sombra a la ola morenista. No hay siquiera uno bueno para la gubernatura y en los municipios las cosas están peores, a pesar de que como en el caso de Chiautempan, Morena les pone en charola de plata la presidencia municipal.
Por lo que respecta al PRD, a nivel estatal no hay tela de donde cortar. No tienen para competir en solitario y tampoco cuentan con un personaje con el que pudieran encabezar una alianza de partidos. Sólo en algunos municipios donde obtuvieron segundos lugares se prevé que puedan dar batalla, en Chiautempan pueden capitalizar la aceptación que todavía tiene Alejandro Netzahualcóyotl y hasta ahí.
El PAN es un partido de elegidos, de iluminados, de gente bien. Lo que menos les importa es ganar, hacer política y por eso no se preocupan en los posibles, en los que pudieran… no tienen gallo para entrar a la batalla. No les queda de otra que ir en alianza a donde sea. No tienen opciones y no tienen posibilidades en ningún lado. El PAN tiene que conformarse con hacer bulto, sólo eso.
Como quiera que sea, el escenario político en Tlaxcala es confuso y no da para predicciones a pesar de los adivinos del futuro.
Pero en las mesas del café y en las charlas de la combi y de la plaza dominical se dice ya no mucho en secreto que en Tlaxcala las cosas van de mal, a peor. Y aseguran que a la actual administración ya no se le cree en lo que a (in) seguridad se refiere. Y también dudan que la recuperación económica local sea como en el discurso. Y el chisme afirma que en temas de salud e inversión o creación de infraestructura pública hay mentiras y que nadie ya cree nada. Eso dicen y cada vez lo dicen más y cada vez más fuerte.
E igualmente se habla del caso Tlalcuapan y se piensa que se está tomando de forma equivocada el asunto pues en el afán de aplicar la ley, se comenten injusticias. Los mal intencionados dicen que el gobierno actual ha traicionado a los pueblos originarios y que lo ocurrido en la comunidad Chiautempenses tiene otros culpables que no son siquiera mencionados entre ellos el gobierno de este municipio y hasta el estatal.
La idea de que se está trabajando mal el asunto Tlalcuapan es que los pueblos de la montaña metieron muchos sufragios a morena y obtuvo una votación histórica y si bien eso no les iba a exentar de cumplir la ley y tampoco les iba a permitir hacer justicia por propia mano, se cree que de alguna forma el estado les falló a esas comunidades al abandonarlos y dejarlos en la indefensión ante la delincuencia, elemento que detonó el linchamiento del 15 de abril de 2022. No se justifica, pero así se explica.
Y dicen que la gente se siente traicionada por el estado, porque el gobierno morenista no se esfuerza por invertir en infraestructura en los pueblos originarios. Ni siquiera para disimular atiende las demandas de esa gente; eso dicen.
A pesar de lo que se diga y se crea, algo se rompió en la relación de ambos y eso, se reflejará en las elecciones próximas.