Escenario político de fin de año

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

A unos días de concluir este 2019, el panorama electoral se mantiene tal y como se sostuvo todo el año: los actores políticos siguen agazapados, expectantes, silenciosos, suspirando y atisbando por dónde podría venir una señal que les aclare el panorama futuro. Pero también los partidos políticos no modificaron en nada su realidad y continuaron silentes, inactivos en términos generales, sin enviar señales y sobre todo, en las mismas posiciones en que los colocó el pasado tornado electoral de donde surgió el actual presidente de la república y algunos congresos estatales, además de las cámaras baja y alta.

En el Partido Revolucionario Institucional, a la vista de la sociedad, desde la opinión de sus propios militantes y de sus posibles o deseables candidatos, nada se hizo para recuperar la confianza ni se recibió señal que hiciera ver que el mensaje del electorado estaba entendido y que se estaba construyendo una nueva imagen, en nuevo discurso, otras estrategias y voluntades por retomar el poder. Los priistas se sienten huérfanos, están desorientados y se ven sin líderes ni rumbo.

Desde esa perspectiva, los suspirantes se sienten además, decepcionados, pues por otro lado, los actuales políticos y funcionarios tricolores no han hecho un buen trabajo, no cumplieron las expectativas y eso les cierra la posibilidad de convencer al electorado en futuras elecciones. Salvo muy honrosas excepciones, presidentes municipales, diputados, regidores y gobernadores del PRI han sepultado las posibilidades en elecciones que vienen.

Por lo que respecta al Partido de la Revolución Democrática, este instituto político es de los que están muertos y no se han dado cuenta, o nadie les ha avisado. No tienen siquiera una mínima posibilidad de lograr triunfos tal vez ni siquiera mediante alianzas. Tuvieron tiempo suficiente para refundarse, reinventarse, modificar estatutos, colores y siglas, actitudes y discurso; el próximo proceso electoral los va a encontrar dormidos, sedados, divididos… los pocos que quedan.

En el PRD no hay posibles candidatos serios, aceptables, opciones… sus últimos gobiernos dejaron muy mal sabor de boca a los ciudadanos y por ello es muy poco probable que regresen con mejores propuestas, con diferente lenguaje y actitudes, con un discurso que permita a la gente volver a confiar en ellos.

El partido Acción Nacional se mueve, habla, hace ruido, aunque sea para sí mismo, aunque predique en el desierto, aunque nadie le entienda ni le crea. Ante el electorado tiene una pésima imagen y es muy remoto que candidato alguno, por muy fuerte que sea, alcance una votación medianamente aceptable. Como en el dintel, no adentro ni afuera sino todo lo contrario, hay personajes que se dejan ver, que hacen proselitismo casi clandestino; tal vez uno de ellos podría dar batalla en las próximas elecciones, pero aunque sea por los colores y siglas del PAN, el aspirante más pronto que rápido debe desligarse y separarse de ese partido que trae malos recuerdos a los mexicanos.

El Partido del Trabajo, por sí sólo, poco o casi nada podría lograr. Al igual que el Partido Verde Ecologista de México si no es con alianzas, desaparecen. El PT seguirá aliado con MORENA y el del tucán, con el PRI sin que eso le garantice victorias. Como partidos satélites y comparsas hacen un buen trabajo y dan la idea de que hay democracia, cambio y alternancia. El electorado ya les ha retirado su confianza y serán de los partidos que habrán de desaparecer.

En lo que se refiere al Movimiento de Regeneración Nacional, se perfila como receptor de la confianza y voto del respetable electorado. Se mantiene la ola obradorista arrasadora y da la idea de que ser candidato del MORENA es triunfo garantizado. Ni siquiera los desaciertos de sus funcionarios o las críticas hacia el presidente de la república van a mermar el caudal de sufragios que le esperan en las elecciones próximas.

Y no es que MORENA esté haciendo todo bien, no es que sus políticos y funcionarios carezcan de argumentos de reproche, no, sino que en otros partidos el pasado los persigue y las críticas de sus detractores parecen más mensajes de frustración, de ardor y con la intención de ofender más que de proponer. No obstante, en el ánimo de la sociedad y en la balanza, es más lo bueno que lo malo en este partido, y eso va a pesar en las elecciones que vienen.

En términos generales, este es el panorama con que muere el 2019 y con este mismo panorama recibiremos el 2020. En los meses próximos, sin duda, se reacomodarán las cosas, algunos partidos tal vez recuperen terreno y de plano acaben de hundirse. En las elecciones venideras, y ahora más que nunca, el triunfo lo define el candidato y no el partido ni el dinero. Y esa es la única posibilidad de los partidos de oposición: que morena no proponga buenos candidatos.

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