Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
La crisis generada por el Corona Virus nos da la oportunidad para medir nuestro nivel de tolerancia y de libertad de expresión, nuestra inocencia o nuestra malicia. Con la aparición de esta pandemia surgen en México especialistas en todo e infalibles opinadores cuyas versiones respecto al COVID 19 son a prueba de alegatos y exentos de rechazos sugeridos o definitivos.
Hay quienes niegan que esta emergencia sea real o cuando menos, dudan que sean necesarias las medidas adoptadas por los gobiernos del mundo. Se centran en la seguridad de que se trata de un complot mundial organizada por el capitalismo global para enriquecer aún más a los ricos y matar de hambre a los pobres ya de por sí moribundos. Y ofrecen “pruebas” según ellos, irrefutables. Son poseedores de secretos inconfesables. Para ellos, todo tiene que ver con el dinero y con el dominio del comercio global o el poder del demonio. Para aquellos entonces no hay remedio: vamos a morir.
También hay quienes juran que el virus mortal fue producido en Estados Unidos y esparcido en China como una venganza porque el gigante de Asia se le salió de las trancas al Tío Sam al comprarle petróleo a Arabia Saudita pagando con una moneda diferente al dólar. Hay un video en el que se explica el día, la hora y el lugar en el que se produjo el brebaje, el nombre de los laboratorios, los nombres de los científicos que lo fabricaron y con qué y cómo, la fecha en que se llevó a Wuhan y hasta la matricula y numero de motor del avión que lo trasladó.
Los Ufólogos juran que el COVID 19 es de origen extraterrestre. Y muestran videos, documentos y testimonios que reafirman esa versión. Dicen que ya en el pasado humano, cuando aún no se inventaban los aviones y muchos menos los viajes intercontinentales, sobre nuestro planeta antes azul cayeron meteoritos simultáneamente en Estados Unidos y en África, y que ese mismo día dio inicio una pandemia que contagió y mató a millones de individuos e individuas. Y aseguran que bólido que cae en la tierra, bólido que viene envenenado por virus espaciales.
Los fanáticos religiosos se esfuerzan por hacernos creer que la aparición del famoso virus que tiene paralizado al planeta es culpa de nuestros pecados, mortales por necesidad, y variados y reiterados. No hay creencia que sugiera que es un premio ni una coincidencia. Aseguran sin temor a equivocarse que con él, viene el inminente, inmediato y merecido, fin del mundo. Por ello aconsejan donarles todos nuestros bienes en monetario y muebles e inmuebles pues en poco tiempo, ya no los vamos a necesitar: en el edén no hay bancos, dicen.
Otros sabelotodo que se dicen dueños de la verdad tratan de convencernos de que esta plaga internacional tiene que ver con la brujería, la magia negra, el vudú, el hechizo, la salación, la maldición y del mal de ojo. Estos también tienen sus argumentos y nos los restriegan en la cara en la televisión abierta. Para contrarrestar los efectos asesinos del virus, nos ofrecen y venden cápsulas de hojas de la moringa, aloe vera, cremas exfoliantes, amarres y limpias, amuletos bendecidos, trabajos a distancia, entierros y desentierros, adivinaciones del pasado y el futuro y hasta revelarnos, por una lana extra, el nombre del culpable.
En México hay una lucha encarnizada por culpar a muchos y a todos por la aparición y efectos del cruel Corona Virus. Unos, besando la cruz, afirman que todo es culpa del neoliberalismo, que se origina con el desafortunado gobierno del PRI y el PAN, que los mandatarios de esos partidos tuvieron pacto con el diablo, que vendieron la patria al extranjero, que ofrecieron al país como laboratorio y que le prendieron fuego al Popocatépetl para distraer la atención. Y también ofrecen pruebas y culpan a Calderón, a Felipe, a Zedillo, a Fox y al “jefe” Diego y hasta a la Robles. Los (i) responsables son los conservadores, dicen unos; son consecuencia de la cuarta, dicen otros.
También hay quienes dirigen su dedo flamígero hacia el actual régimen federal. AMLO No sabe gobernar y la llegada del bicho venenoso es culpa de la crisis económica con que administra y de su política asistencialista y clientelar. O de su popularidad, o de la mañanera, o de su edad…
También pululan los que afirman que esta crisis de salud es cortesía de los demonios del infierno. No saben exactamente quién de los muchos que existen tuvo la ocurrencia, el tiempo y los recursos pero bien puede ser belcebú, satanás, el diablo, luzbel, el pingo o cualquier otro ángel caído. Pa saber…
Lo único real, cierto y posible es que si no nos ponemos las pilas vamos a pasar a formar parte de las estadísticas del Corona Virus. Qué nos cuesta lavarnos las manos cada rato, no exponernos a concentraciones masivas, evitar el saludo de mano y de beso… mantenernos encerrados por un mes. Con sólo seguir las indicaciones de las autoridades se pueden ahorrar velorios y entierros. Y que cada quien crea o piense lo que quiera. De todos depende que este virus no sea el del fin del mundo.