El resumen del caos

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

 

 A estas alturas de la pandemia generada por el corona virus, hay gente en México que aún duda de su existencia y efectos y prefiere contradecir a la lógica y al gobierno, a la razón y a la ciencia; se la pasa rechazando las disposiciones oficiales de prevención y le juega al valiente exponiendo en un volado de águila o sol su salud y su vida y por consecuencia, la existencia de los demás.

Predispuesto a dudar de las buenas intenciones institucionales, a rechazar casi todo lo que provenga del poder y a discutir y opinar respecto a todo con una seguridad impresionante, el mexicano ha llegado a conclusiones científicas sin información, a determinaciones definitivas por decisión personal y a negar lo que no alcanza a entender pretendiendo con ello que sea su percepción la que valga y exista y no la que le cuentan o de la que informan.

La crisis de salud que se vive en todo el mundo vino a exponer muchas ideas, conceptos, argumentos, pretextos y aspectos de la cultura, creencias e ideología de la gente de este país. En una nación donde se festeja y reta a la muerte, en la que se le rinde homenaje y se le invoca a la huesuda, y donde los valientes la buscan y provocan, un virus invisible e improbable no los iba a recluir ni a enfermar ni a asesinar si se muere por voluntad de Dios y porque además, cuando te toca aunque te quites y cuando no, aunque te pongas.

Así es que la sana distancia medida en milímetros en bancos, tianguis populares, supermercados y en el transporte público fue apenas una débil propuesta y buena intención de las autoridades y un consejo o sugerencia según percepción de la gente. La aplicación de gel antibacterial fue más aceptada, acaso porque era gratis y tuvo protagonismo donde hubo. El mayor rechazo fue al cubre bocas (un pedazo de tela que solo cubre una boca al mismo tiempo). De 10 personas dentro de la combi sólo dos la llevaban y en la calle muy raro aquel que la compra y la usa; el resto se mostró siempre inmortal y por lo tanto consideró innecesaria esa prenda de moda y de mal gusto.

Las imágenes de hospitales saturados de muertos y enfermos fueron para muchos mexicanos imágenes provenientes de otros mundos irreales o producto de la imaginación catastrofista y apocalíptica de excelentes cineastas: situaciones improbables de ocurrir aquí, tragedias imposibles, castigos divinos inmerecidos e injustos, un juego de azar de gane garantizado… cuál sufrir si no hay dolor. La gente cree que porque no ve el tiradero de cadáveres y su calle o barrio, colonia o pueblo no se saturó de enfermos, entonces el virus maldito e intangible es un invento del gobierno, cosa de extraterrestres o pesadilla, pero mentira.

 

Por el lado del gobierno la crisis de salud significó ya no un reto, sino la muestra cruel y definitiva de que en materia de infraestructura hospitalaria nunca se ha estado preparado para algo así. Primero enfrentó la incredulidad general, luego el rechazo popular a sus disposiciones que buscaron siempre evitar contagios e impedir la muerte y finalmente a quienes de principio a fin se negaron al confinamiento voluntario, a las medidas preventivas… a violar las disposiciones oficiales y a echar a perder los protocolos de sanidad.

 

Mucha gente cree en la brujería, en los horóscopos, en que más pronto que tarde ganará la Lotería y hasta confía más en los adivinos y en la existencia de los marcianos que en que puede ser contagiado del covid-19. Y no hay forma de hacérseles entender la posibilidad de resultar infectados si no se resguardan; ellos tienen otra explicación para el encierro, para el freno a las actividades productivas, a la muerte de la gente y para la alarma sanitaria: todo es invento del gobierno para acabar con los pobres y los enfermos, es para hacer más ricos a los ricos y miserables a los pobres… es un complot internacional, un plan global para despojar a la gente de sus órganos. Es muchas cosas, pero no lo que dice el gobierno; eso piensan.

 

El gobierno ha hecho lo que de su parte estaba. O al menos lo ha intentado, pero no ha podido imponer su autoridad ni confianza para hacerse entender y obedecer; la lucha es contra la ignorancia, la terquedad y la enfermedad. No va a poder convencer de que no es cierto que en los hospitales se está inyectando el virus a la gente, que no está pagando por hacer parecer una natural por una muerte por coronavirus, no puede en contra de quienes ven el asunto desde lo político y no desde el tema de la salud.

En este como caos que se ha generado, próximamente y si no nos contagiamos, estaremos saliendo de la crisis y desde lo individual y desde lo colectivo, muchos se alzarán para decirse dueños de la razón. Mientras tanto y aunque no se debe, parece que cada quien hace lo que le da su real gana; qué se le va a hacer.

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5 Comentarios

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