El pueblo no se conforma con eso

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

A estas alturas de los gobiernos estatal y municipal ya preocupa la falta de inversiones y de resultados en general en todos los rubros dentro del territorio de Tlaxcala. El sentir de la sociedad en general es que hay una especia de parálisis gubernamental que lo mismo adolece de obra pública que permite el incremento en la violencia y una cada vez más palpable inmovilidad dentro del aparato administrativo y burocrático.

En algunos ayuntamientos la falta de respuesta a las demandas sociales es tal que ya hay tomas de presidencias municipales y demandas de destitución de funcionarios de primero y segundo nivel e incluso de alcaldes. En esas oficinas es evidente la mala decisión del presidente al colocar a gente con cero perfil y menor todavía voluntad de servir. Es patética la imagen de directores sin la mínima idea de qué es lo que se hace ahí y así es como se cumple el adagio de que la primera actitud de corrupción es la de aceptar un cargo para el cual no se está preparado.

Así es como los compadres, ahijados, recomendados, cuotas políticas y compromisos contraídos por triplicado le hacen más pesado el tránsito del alcalde y al mismo tiempo, le están fabricando una bomba de tiempo al gobierno del estado pues no van a pasar muchos meses sin que las manifestaciones de inconformidad salten las fronteras municipales y se concentren frente al palacio de gobierno.

La idea de un mandato de cuatro años y ocho meses ha sido una de las muchas malas determinaciones de la pasada legislatura y más pronto que tarde la factura se va a cobrar y pagar. Muchos alcaldes de ahora deberán pedir licencia antes de concluir su mandato con el fin de cuidar su imagen y la de su partido y tal vez hasta para garantizar su integridad física pues simplemente les va a ser casi imposible concluirlo. Si a menos de medio año de administración ya la situación en algunos ayuntamientos es insostenible habrá que imaginar cómo serán con el tiempo.

A la gente le preocupa lo que pasa en el ámbito estatal y municipal pues la inactividad es signo de un régimen débil, o demasiado comprometido con todo y todos menos con el pueblo, o incapaz de interpretar el idioma de los tiempos y las circunstancias o ya de plano, se habla de un gobierno sin proyecto y sin rumbo.

Pero lo que sin duda más preocupa es que ese mismo sistema de gobierno cree que está bien, que lo que hace y dice es suficiente y que es la sociedad politizada y partidizada la que critica sin fundamento o por consigna; el poder no entiende y no acepta la crítica y marca y designa a quienes señalan sus deficiencias o errores como sus contrarios o enemigos. No hay autocritica ni señales de comprender que la situación es compleja o de plano crítica; aceptarlo haría que el pueblo entienda que el gobierno está de su lado y no en un sitio cómodo y de privilegios.

Pero es que si la gente no siente a su gobierno cerca entonces lo considera ajeno, lejano, extraño y sin los mismos intereses y objetivos. Si la gente no siente cumplidas sus expectativas con los actuales gobiernos y con los funcionarios que lo deberían apoyar para darle resultados positivos a la sociedad entonces critica, levanta la voz, señala errores y empieza a exigir respuestas, obra, servicios, atención, inversión y un lenguaje claro de comunicación de ida y vuela de lo cual se carece o no es suficiente hasta el momento.

El pueblo ve con preocupación cómo los gobiernos municipales se sienten satisfechos y complacidos y realizados con la entrega de bolsas llenas de pelotas de cinco pesos y de cubetas de igual precio, o inaugurando obras rezagadas de la anterior administración o posando en acciones federales ya establecidas como si eso fuera su gestión y logro y hasta festejando su presencia como si se tratara de la obra cumbre de su mandato, precisamente por no tener nada que informar y nada que publicitar.

Y entonces la sociedad se preocupa porque en su gobierno hay la idea cierta de que se está bien, de que se está haciendo mucho y de que es suficiente. No es así; la sociedad sigue esperando el despegue, el arranque, el inicio, la concreción del proyecto, la palabra cumplida; tal vez el gobierno se conforme con declaraciones alegres y con la promesa, pero el pueblo, no.

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