I. Carolina Campos
“El dolor de mis rodillas me impidió ir a votar el domingo 1 de julio, pero desde aquí le pido a Dios que el nuevo presidente haga conciencia de todo lo que necesita la gente de nuestro país, sobre todo que vea por la seguridad, la gente ya tenemos miedo de salir a las calles, ya no es como antes”.
Alberta, una mujer de 90 años de edad, con la vista cansada, las marcas del tiempo que alentan sus pasos y las huellas que marcan sus manos y su rostro, en entrevista para Ojo Águila, comparte con nuestros lectores la tristeza que le causa el no haber ido a votar el pasado domingo 1 de julio, fecha en que se eligió presidente de la república, senadores, diputados federales, y diputados locales.
El padecimiento constante en sus articulaciones ya no le permite moverse fácilmente. A su edad, y a pesar del dolor físico, nuestra entrevistada no usa bastón para apoyarse, pese al dolor e inflamación, ella se mantiene de pie y con la mente lúcida, recuerda esos años en los que a las mujeres les fue permitido emitir su sufragio en México.
“Me acuerdo muy allá que mi mamacita se peleaba con mi papá cada que había votaciones. Y cuando ya mi papá la dejaba ir a votar, él le decía que tenía que votar por el partido rojo, antes no sabíamos leer. Mi papá primero no quería que ella votara, y menos mi hermana y yo…”
“…Es la primera vez que no voy. Yo empecé a votar desde que tenía yo como 30 años, y eso porque me case y ya no vivía yo con mis papás, antes no, ni sabía cómo votar. Me siento triste porque cada votación yo iba desde tempranito, mi difunto esposo me decía; Andale Betita vámonos, nos levantábamos temprano y nos íbamos a misa de seis de la mañana, regresábamos a almorzar, porque eso sí, nosotros estábamos acostumbrados a desayunar a las 7 de la mañana, por eso el día en que votábamos a las 8 ya estábamos formados., éramos de los primeros de la fila”.
Betita como le decía de cariño su esposo, dice que en esta elección del 1 de julio, sus hijos, al saber que ella no falta a su derecho ciudadano de votar en las elecciones, la quisieron llevar como siempre, pero el dolor y cansancio no la dejo acudir a emitir su sufragio.
“No sé porque, pero hay días en que me duelen más que otros y no pude, no pude ir. Mis hijos les enseñe a que deben de votar, es obligatorio, no es porque quieran, es porque es un deber elegir al presidente, luego no nos gusta como gobiernan, pero es peor que ni siquiera vayamos a cumplir nosotros, eso me enseño mi señor, que en paz descanse”.
Si bien su caminar es lento Betita ya no sale de su domicilio, en la medida de sus posibilidades realiza sus actividades del hogar, no acepta que le hagan su comida ella guisa sus comidas de antaño y se niega a tomar algún medicamento o ayudarse con algún aparato ortopédico, dice que le da vergüenza.
“No no no, como crees que yo use bastón, no, me da vergüenza, pos que ya de plano no puedo, no, Aunque sólo ando aquí dentro de mi casa, pero no, para que quiero bastón. Mi esposo si lo usaba, pero yo no, me da pena, no, y menos una silla de ruedas, no, hago mi esfuerzo mientras pueda, aunque sea despacito pero hago mi quehacer, no salgo, pero tampoco estoy sentada”, afirma nuestra entrevistada originaria del Municipio de Contla de Juan Cuamatzi, Tlaxcala.