Isaías Chanona Hernández
Como ya es del dominio público, recientemente las instituciones públicas de educación superior mejor posicionadas en el país, tales como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), dieron a conocer los resultados de sus respectivos procesos de admisión, y como era de esperarse, la publicación de estos resultados demostró un incremento de la brecha entre la cantidad total de aspirantes y el número de aspirantes seleccionados por estas universidades, puesto que en el caso concreto de la UNAM, de los 196 mil aspirantes que presentaron su examen de ingreso, sólo el 10% de ellos logró obtener un lugar en la máxima casa de estudios de la nación.
En el caso de las otras instituciones, del IPN, de los 118 474 jóvenes que presentaron examen, solamente 33 883 lograron ingresar, y de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), de los 72 159 aspirantes, la institución poblana permitió el ingreso de 35 118 estudiantes.
La creciente demanda de estas universidades deviene en que estas instituciones resultan una gran opción para estos jóvenes para continuar su formación académica y profesional, puesto que permiten a estudiantes capitalinos y foráneos acceder a una educación económicamente accesible, a diferencia de otras universidades estatales, como la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx) y la Universidad Autónoma de Nuevo León, donde las cuotas universitarias pueden exceder los $20,000.
No obstante, la falta de espacio en las instituciones más demandadas no es la única causa del reducido acceso a la educación de nivel superior en nuestro país, ya que debe entenderse que este deviene de una serie de factores económicos y sociales que merman la formación educativa de miles de estudiantes mexicanos.
El hecho de que un porcentaje considerable de los aspirantes a estas instituciones no logre quedarse en las universidades de su preferencia es un fenómeno que lleva años repitiéndose, no obstante, este se ha agudizado a causa de la deficiente política educativa de la administración de López Obrador y de Delfina Gómez como titular de la Secretaría de Educación Pública, administración que se ha caracterizado por su negligencia y nula consideración de las necesidades de los niños, niñas y adolescentes que dependen de la SEP para su educación básica y media superior.
El evidente fracaso de la 4T para contener el rezago educativo y la falta de oportunidades derivada de la fuerte desigualdad económica que predomina en todo el país, así como la reducción del presupuesto destinado al funcionamiento de las universidades, se logra traducir en el desastroso panorama ante el cual nos encontramos actualmente, en la que el ingreso a la universidad se ha convertido en un lujo para los que llegan hasta ese nivel educativo, pues en México sólo el 17 % de los jóvenes logran estudiar la universidad, porcentaje que coloca al país como uno con el número más bajo de estudiantes de educación superior entre los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), cuyo promedio es del 37%. Sólo 1% de los mexicanos cuenta con una maestría y menos de esa cantidad logra obtener un doctorado.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2019 al menos 2.9 millones de jóvenes en México concluyeron sus estudios de Educación Media Superior (EMS), de los cuales, solo un millón cursa actualmente el nivel superior. Sin embargo, la Encuesta Nacional de Inserción Laboral de los Egresados de la Educación Media Superior de 2019 indicó que al menos 1.3 millones de jóvenes que concluyeron su preparatoria intentaron continuar sus estudios universitarios sin éxito.
Con su deciente política en cuanto educación, la 4T está socavando el futuro de la nación, pues al no garantizar debidamente el derecho a la educación como le corresponde por ley, permite el incremento de las cifras de deserción escolar y pobreza de aprendizaje que eventualmente logran reflejarse en la reducida cantidad de jóvenes que logran ingresar a las instituciones de educación superior.
La desatención con que la SEP manejó la educación a distancia durante las etapas más álgidas del confinamiento, la desaparición del programa de “Escuelas de Tiempo Completo”, estrategias como no reprobar a los alumnos a pesar de no acreditar los conocimientos necesarios para pasar de curso, entre otras decisiones de la actual administración, señalan la nula importancia que la 4T brinda al sector educativo, en donde incluso Delfina Gómez, se encuentra más ocupada en su candidatura para la contienda electoral por la gubernatura del Estado de México del año próximo.
Urge pues, que los personajes que componen la mal llamada “Cuarta Transformación” comenzando por Delfina Gómez, presten al sistema educativo nacional la atención que requiere y que verdaderamente obren para combatir los problemas que aquejan a miles de estudiantes de educación básica y media superior, pues de otra forma peligra el futuro de esta nación.