Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
El gobierno conoce el origen o las razones o pretextos de la violencia generalizada en México y sabe cómo actuar para iniciar con el fin de ese fenómeno fratricida que llena de sangre, dolor, muerte y desgracia a todo el país. Todo inicia con la pérdida de valores, la desobediencia a las leyes, el rechazo a los mandamientos de las religiones y la ausencia de respeto, pero, sobre todo, a la nula o mala educación de la sociedad.
No se trata de la falta de formación académica de las personas, no se habla de generaciones que no tuvieron la oportunidad de pisar una escuela, tampoco de gente nacida con odio en la sangre o de sujetos que ignoren qué es lo que está bien o no, se trata de que las sociedades de apenas ayer evitaron asumir el respeto, la educación y los valores humanos como su forma de vida y adoptaron la rebeldía como forma de hacerse notar bajo el pretexto de iniciar o continuar una revolución o la reivindicación de unos derechos, reales o supuestos.
Los padres de familia abandonaron su obligación de educar a sus hijos y le prohibieron al clero y a los maestros la corrección de las malas acciones y actitudes de los niños y jóvenes. De la noche a la mañana expertos y estudiosos de todo a la disciplina la volvieron violencia psicológica, un regaño o una llamada de atención al hijo lo transformaron en daño emocional y al libertinaje le pusieron el nombre de libertad o derecho.
Bajo la permisibilidad casi total, bajo el lema de prohibido prohibir, con el argumento de que en México todo se puede y la premisa o idea de que ni siquiera la autoridad o las instituciones tienen la razón, los adultos nos volvimos ejemplo de lo que no se puede ni debe hacer y los hijos aprendieron pronto y bien y con los años nos superaron en temeridad y retos al grado de que en grupo, enmascarados en colectivos, se dan la libertad de destruir y agredir impunemente y a la luz del día con el permiso y complicidad del gobierno que así pretexta libertades y tolerancia.
La respuesta del gobierno a su incapacidad para entender y atender al pueblo ha sido la violencia. Un gobierno que agrede a la sociedad la está enseñando a defenderse. A falta de oportunidades y acción del poder, en los años recientes, algunos pueblos no tuvieron otra opción que sumarse a los grupos de la delincuencia sembrando y cultivando enervantes y los regímenes, en vez de atacar las razones se fue contra las consecuencias. De alguna forma, la violencia también tiene su origen, su continuidad y futuro en el gobierno.
En estos tiempos, la delincuencia en todas sus variantes como la trata de personas, el cobro de piso, el secuestro o el robo en todas sus modalidades, es opción y oportunidad para las actuales generaciones. El poder se pelea por más poder y se enfrenta para demostrar su supremacía. Se exhiben en sus peores, aberrantes y asquerosos vicios y excesos echándose más lodo mientras el pueblo se sumerge en la desesperación y la incertidumbre. La respuesta es más violencia y más indolencia del poder.
Parte de la sociedad actual ya está echada perder pues es imposible hacerle cambiar de idea y se mantiene con el argumento de que es mediante la agresión como se puede ser alguien o tener algo. Las instituciones están corrompidas pues les mueve el dinero y el poder, por lo que es imposible recomponerlas desde la misma perspectiva y los políticos de ahora no llegan a donde quieren con otro objetivo que no sea el enriquecimiento, la corrupción y la impunidad, no importa el partido en el que estén, del que provengan o hacia donde vayan. Así no hay forma de imaginar siquiera una cura o un remedio.
La educación, entendida como observancia de los valores humanos, como respeto irrestricto, obligatorio y derecho, como única forma de convivencia y armonía social, es la clave para formar sociedades más civilizadas, inteligentes, positivas y progresistas. No es más violencia, no es guerra ni cuentas alegres la forma en cómo se puede rescatar a esta sociedad, no es con la lucha estéril y estúpida entre los poderes con lo que se va a iniciar el rescate de la juventud.
Es educación entendida como respeto a la vida propia y ajena, con la concesión del derecho del otro y con la conciencia de que es mediante el trabajo, el dialogo, las oportunidades y con justicia como se puede aspirar a una civilización digna de seguir siendo la especie evolucionada e inteligente.
Pero esa propuesta o utopía o sueño o buena intención de educación como solución se queda, se va a quedar, en sólo una idea pues desde el gobierno no hay la intención ni la voluntad para ponerla al servicio de la pacificación nacional, ni sabe ni cómo podría hacerse para instrumentarla en las escuelas o entre el pueblo. El tamaño y poder de la violencia en México es proporcional al abandono de la educación tanto del gobierno como de los padres de familia.
El origen del mal es la casi total ausencia de la educación en las escuelas y de una pésima educación en el hogar. Y de ambas, todos, absolutamente todos, tenemos culpa, responsabilidad, obligación y cosas por hacer. Tal vez todavía se puede hacer algo por la sociedad, pero hay que empezar hoy pues mañana y para algunos puede ser demasiado tarde.