Rebeca Díaz Gómez
El pasado 6 de noviembre de 2021, Caminos y Puentes Federales (CAPUFE) difundió en twitter una nota informativa sobre el accidente en la plaza de cobro de San Marcos, en el kilómetro 33 de la autopista México-Puebla, donde el saldo preliminar arrojaba 19 personas fallecidas y 3 heridos. Los videos mostrados del incidente son desgarradores.
El tema no es nuevo, pero esta ocasión vuelve a tener los reflectores de la prensa nacional por la gravedad del asunto. La autopista es usada por muchos tlaxcaltecas que viajan a la Ciudad de México el tema preocupa y es necesario decir algunas cosas sobre el tema.
Se sabe perfectamente que los vehículos de transporte de alto tonelaje llevan, principalmente, mercancías o materias primas que distribuyen a las industrias por todo el territorio nacional, insumos necesarios para la producción que, independientemente, de la peligrosidad o la dificultad para trasportarlas deben ocupar las carreteras que utiliza cualquier ciudadano por la falta vías especiales para moverlas. También es un hecho conocido que los accidentes más terribles tienen que ver con transportes de carga pesados.
Vistas así las cosas pareciera, a primera vista, que cualquier percance automovilístico no deja de ser un accidente, ya sea por falta de pericia del conductor, estado de la cinta asfáltica, descuido personal, hasta bebidas embriagantes o sustancias prohibidas, en fin, errores humanos. Pero si nos detenemos un poco vemos que hay más elementos que el sólo error humano. Es conocido por mucha gente que los trabajadores del volante de grandes unidades son sometidos por los patrones, para cumplir con estándares de tiempo récord para recorrer de norte a sur el país, a jornadas de trabajo extenuante hasta de 36 horas seguidas, sin descansar, pues en ese empleo es elemental llevar las mercancías al lugar indicado, en el tiempo indicado; y como en todo empleo, si no cumplen los estándares de eficiencia el despido es la salida, ya no digamos el salario, solo el régimen de exprimir hasta la última gota de esfuerzo del chofer. Esta es una de las razones que llevan a muchos conductores del volante que luego son estigmatizados como “irresponsables”, “inconscientes”, “drogadictos”, “viciosos”, acusados de consumir sustancias para mantenerse despiertos.
Otra razón que deshecha el solo error humano es el abuso de los dueños de las empresas de transporte en el tonelaje que transportan, evidentemente, coludidos con la Secretaría encargada de revisar que eso no suceda. Se dice que México es uno de los países donde las carreteras son muy peligrosas porque sigue vigente el uso y circulación de remolques y dobles remolques a pesar de lo arriesgado que significa para los usuarios de las carreteras; el tonelaje y la velocidad son causa de lamentables muertes.
A pesar que en el “reglamento sobre peso, dimensiones y capacidad de los vehículos de autotransporte que transitan en los caminos y puentes de jurisdicción federal” indica que los vehículos de carga están obligados a verificación técnica de las condiciones físicas y mecánicas, existen más de veintisiete tipos de multas, los accidentes siguen ocurriendo.
¿Y los culpables son los conductores inconscientes? Evidentemente no. los culpables son las autoridades que no aplican los reglamentos y leyes vigentes (por corrupción o acuerdos) que se coluden con grandes empresarios para transportar sus mercancías beneficiando solo su interés de máxima ganancia sin importar las personas que pongan en peligro. ¿Para que esto cambie se necesita aplicar sanciones más severas a quien infrinja la ley? ¿el que aplique la ley lo hará buscando el respeto irrestricto de la misma? ¿no se supone que vivimos en la cuarta transformación donde la ley es implacable?
Pienso que se los trabajadores del volante deben levantar la voz y exigir condiciones de trabajo adecuadas para desempeñar humanamente su empleo: salario suficiente, jornadas de trabajo que permitan un descanso reparador, maquinas en buenas condiciones para evitar accidentes; además de que el gobierno debe buscar otras alternativas de transporte de mercancías que alejen de peligros a la población, trenes, vías marítimas; pero que, sobre todo, pongan por encima del interés del capital el de la vida humana.