Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer 25 de noviembre

Gilberto Flores Maldonado

¿Sabías que…?  En todo el mundo, una de cada 3 mujeres ha sufrido violencia física o sexual, principalmente por parte de un compañero sentimental.

La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores, y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.

En forma general, la violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica e incluye:

  • violencia por un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, femicidio);

  • violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético);

  • trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual)

pero también violencia es cobrar menos por realizar el mismo trabajo que un hombre. Lo es que ser mujer. Es violencia que a las mujeres se les condicione para acceder a determinados puestos de trabajo.

Desde una perspectiva más amplia, también se considera violencia de genero la fata de representación política y en el ejercicio de los derechos; y la violencia simbólica, un concepto menos conocido, pero detrás del que se esconden todos los estereotipos y prejuicios sobre el rol de las mujeres – Lo que se considera que son o lo que pueden y no pueden hacer- y que son el origen del que emanan el resto de las violencias.

¿Cómo combatirá la violencia contra las mujeres?

Desde antes de nacer, nuestra familia y la sociedad en general comienzan a formularse una serie de expectativas, como la ropa o color con el que nos vestirán, la decoración del cuarto, los juguetes que tendremos disponibles, así como los comportamientos o “reglas” que debemos seguir dependiendo de si somos niñas o niños. Estos comportamientos y actitudes aprendidos durante nuestra infancia en el espacio familiar refuerzan los roles de género que definen lo que es ser mujer y hombre. Ejemplo de ello es que a los varones se les ha enseñado a no llorar ni mostrar debilidad, mientras que a las mujeres se les ha preparado para realizar labores domésticas y ser serviciales.

Hoy un padre comprometido y cariñoso que toma parte activa en las labores de la casa ya no es visto como un “mandilón”, sino como un papá responsable y dedicado. Los hombres ya no ven amenzada su masculinidad por compartir responsabilidades y relacionarse con una pareja que sea independiente, autosuficiente o asuma un papel de liderazgo en la relación. Por su parte, las mujeres que continúan trabajando después de tener hijas/os no son vistas como “malas madres”, sino como mamás trabajadoras que aportan al sostén de la familia, además de que cada vez más mujeres son jefas de familia.

Estos cambios no solo se están dando en beneficio de las mujeres y del ejercicio de sus derechos, sino que también están dando paso a hombres más felices y liberados que no tienen que cargar con todo el peso económico y de toma de decisiones, así como a familias más plenas en donde todas y todos sus integrantes ejercen por igual sus derechos, gozan de autonomía, y donde el reparto de labores, beneficios y oportunidades es equilibrado.

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