Derecho, abuso, negligencia

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Las marchas y mítines, cada vez más frecuentes y numerosos en Tlaxcala ponen en evidencia que alguien no está haciendo su trabajo y que muchos en la actual administración estatal lo están haciendo mal en cuanto a la atención a los problemas sociales.

Si bien las marchas, plantones, manifestaciones y reuniones para exigir respeto a sus conquistas laborales son derechos, el abuso de estos trastocan y violan los derechos de terceros que nada o poco tienen que ver con el conflicto de que se trate. Los inconformes, escudados en su cantidad y en el anonimato, bloquean vialidades e impiden el libre tránsito afectando la paz social, la libertad de tránsito y la economía, entre otras.

No se puede, no se debe, exigir un derecho violando el derecho de otro; eso es un contrasentido, un absurdo. Los manifestantes deben dirigir sus protestas y afectar, si es que es ese el objetivo, a quienes los afectan, es decir, al gobierno y sus dependencias. La sociedad afectada también es pueblo y en un momento dado, también expresa de alguna forma su desacuerdo por la forma de gobierno o por una determinación de la autoridad, luego entonces, no debe ser afectada por la misma sociedad que se considere agraviada por la razón que usted indique.

Es cierto que los gobiernos tomas determinaciones impopulares, que para llevar a cabo su plan de desarrollo tienen que afectar intereses, que deben afectar y mover personal y que entre sus obligaciones está la de combatir y erradicar la corrupción y el mal servicio público, pero hasta para eso se debe tener sensibilidad. No todo lo que se debe se puede hacer y menos si antes no hay diálogo, acercamiento, conciliación, negociación, información. A veces más vale tener paz que tener razón. La violencia y el perjuicio de terceros jamás podrá ser una opción ni una respuesta.

Pero para eso hay que tener gente capaz de conocer la problemática, los actores de los movimientos sociales, sus antecedentes e intereses. Primero debe haber acercamiento y jamás agotar las posibilidades, las propuestas y el diálogo. Se debe buscar a las bases, al pueblo, a la sociedad, informarles de los proyectos y acciones… más o menos como cuando el político andaba en campaña, que se desvivía por meternos en la cabeza sus propuestas de gobierno.

Las marchas y manifestaciones no serían necesarias si hubiera atención y respuesta a las demandas sociales. No habría por qué soportar bloqueos y agresiones de violentos movilizados si privilegiara la comunicación por encima de la defensa de los intereses políticos y económicos. A quienes manipulan grupos, a quienes se aprovechan de la necesidad o ignorancia de las bases se les anula informando a la gente. Incluso hasta se les puede exhibir en sus intereses mezquinos si se tiene una eficiente comunicación.

Ni las violentas expresiones de inconformidad ni las respuestas agresivas de uno y de otro son necesarias ni justificables en estos tiempos de modernidad y de presunta o real civilización e inteligencia humana. Ya la tecnología permite una comunicación inmediata, en tiempo real, en el mismo lenguaje, por lo tanto, no se acepta ni se tiene como argumento válido la afectación de terceros, el ataque a las vías de comunicación ni nada que dañe la paz social, el libre tránsito y la economía de quienes nada tienen que ver con una real o presunta lucha reivindicatoria.

Si bien los actos del poder pueden ser arbitrarios, incongruentes, contrarios a los derechos o intereses de las mayorías, el reclamo de los afectados debe ser directo, dirigido a quien los lesiona y no al pueblo que sí reciente el impacto de las movilizaciones; el gobierno no, el poder puede ser indolente, desinteresado y hasta omiso o ignorante. La Constitución General de la República y la del estado de Tlaxcala, las leyes y normas pueden decir una cosa, pero en la cotidianidad, en la práctica las cosas son diferentes.

De cualquier forma, el pueblo es rehén de los derechos de unos, del abuso de otros y de la negligencia de algunos. Viva la democracia y las libertades.

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