Joel Flores Bonilla
Durante muchos años, en México se vivió la dictadura perfecta como la definió el escritor peruano Mario Vargas Llosa en un programa de Televisa junto con el también premio nobel de literatura mexicano Octavio Paz. Esto significaba que el poder fue ejercido no por un dictador, si no por un partido dominante, el llamado Partido Revolucionario Institucional (PRI), durante 71 años; desde 1929 cuando se fundó el Partido Nacional Revolucionario, que después cambió sus siglas por PRI, hasta la supuesta alternancia en el 2000 cuando perdió en las elecciones frente al Partido Acción Nacional (PAN).
Todo ese tiempo el partido en el gobierno mantuvo una hegemonía, gracias al control de la población y la guerra sucia, que desde la presidencia impedía la organización de una oposición real mediante el ejercicio de la democracia se pudiera cambiar al régimen de gobierno, el cual sentó las bases de todas las trampas y artimañas para impedir la llegada de un nuevo partido al ejercicio del poder y una nueva clase política.
Más que con la fuerza nos dominan por el engaño, es una frase atribuida al libertador latinoamericano Simón Bolívar, hace 200 años y su significado revela el control con el que el PRI mantuvo al pueblo mexicano usando como bandera la institucionalización de la revolución y cuando no era suficiente el engaño de elecciones libres, entonces se usaba la represión como mecanismo de control.
Por lo tanto, las elecciones eran una simulación, pues el PRI patento diversas formas para “ganar” sin necesidad de convencer al electorado, por ello crearon una cultura política muy arraigada hasta el día de hoy, lucrar con las necesidades de la gente mediante la compra de voluntades con el pago en especie, ya sea con material para vivienda, despensas, pasando por utensilios y accesorios, hasta animales vivos o de manera económica, a través del pago en efectivo o más sofisticado con monederos electrónicos para ser canjeable en súper mercados a cambio del voto.
Las elecciones también sirvieron para validar la llegada de la delincuencia organizada y los delincuentes de cuello blanco, quiénes se dedicaron a imponer a sus candidatos para hacer negocios ilícitos y amenazar o asesinar candidatos adversarios, de acuerdo a la Estrategia de protección en contexto electoral publicado por el actual Gobierno Federal en marzo de 2021, ocurrieron más de 150 asesinatos políticos en 2018 y desde septiembre de 2020 a febrero de 2021, se han registrado más de 71 crímenes políticos.
En otros casos buscaron la cooptación de políticos para manejarlos de acuerdo a sus intereses mediante el financiamiento de sus campañas electorales o fueron extorsionados por el crimen organizado. Los estados con mayor violencia política son: Oaxaca, Guanajuato, Veracruz, Guerrero, Morelos, Baja California y Jalisco.
Con el nuevo Gobierno ya está tipificado el delito electoral con la inhabilitación al cargo como servidor público de 2 a 6 años, multa económica y cárcel sin derecho a fianza de 2 a 9 años. La denuncia puede ser realizada por cualquier ciudadano al 018008337233, la aplicación FEPADEMOVIL o en la página www.fepadenet.gob.mx
El combate a la corrupción desde todas sus formas, ha sido el principal objetivo para impedir que regrese nuevamente, la dictadura perfecta.