Del buen y del mal servicio del transporte en Chiautempan

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

En días pasados leí, en este mismo espacio, una nota informativa firmada por la reportera Irma Carolina, en la que reconocía el buen servicio de la línea TUXSAG o conocidas como “las verdes” que cubren la ruta Chiautempan, Santa Cruz Guadalupe, del transporte público de pasajeros.

En dicha publicación se exalta la educación, buen trato y respeto de los conductores, el buen estado y la limpieza de las unidades y en general el servicio que ofertan a los usuarios. En verdad es digna de mención y reconocimiento la capacitación que la empresa otorga a sus trabajadores y si vale decirlo, es la única, en verdad la única, con ese nivel de servicio que hace sentir a la gente en el primer mundo.

No hay otro interés por escribir estas líneas que no sea el de valorar y festejar este tipo de servicios. No se cuentan por decenas en Tlaxcala. Tal vez ni siquiera haya cinco con esta calidad en la atención, servicio, puntualidad, limpieza, educación y un largo etcétera de calificativos favorables.

Y no es consecuencia o logro o disposición de las autoridades del transporte en el estado, sino esfuerzo, voluntad, esfuerzo y visión empresarial de los directivos y concesionarios de la línea conocida como “de las verdes”.

Pero, en contraparte, está el mal trato, el lenguaje vulgar y violento, la ausencia de higiene y la agresividad de la mayoría de los operadores del servicio público de pasajeros que confluye en Chiautempan. Pareciera que las empresas se preocuparon por contratar como sus operadores a quienes como requisito tuvieran la especialidad de hacer pesado, odioso y sufrido el trayecto.

Así, el primer lugar de mal servicio sin duda lo ocupan las camionetas que van de Tlaxcala, Chiautempan, Contla y viceversa, ya sean las llamadas guindas, las cafés o las guacamayas… en todas los conductores son groseros al hablar, manejan mientras hablan por radio o teléfono celular, se brincan los topes, son inconstantes en sus horarios y rutas, llevan la música a muy alto volumen y le faltan el respeto a las damas que tienen que utilizar ese servicio.

Los usuarios también tienen que padecer otras empresas como las “de primera” conocidas como grises o servicio diamante o las blancas de la Elite. Son un verdadero sufrimiento para el pasajero pues lejos de servir al público, se preocupan más por corretearse, ganarse el pasaje, mentarse la madre en público y ante los pasajeros, hablar por teléfono y por radio, salirse de la ruta, llenar hasta el tope las unidades que debieran transitar sólo con el cupo, hacer pasaradas en donde se les antoje (aunque eso sí, solo para subir pasaje, no para bajarlo pues en caso de solicitarle la parada con gruñidos contestan: acaso no se fija que aquí no es parada).

Y ya ni se diga que siempre van acompañados y platicado vulgaridades y que muchos de ellos fuman como si fuera concurso, son inconstantes en sus horarios pues aunque digan que deben pasar cada cuatro minutos, la verdad es que uno puede esperarlos hasta 16 sin que aparezcan pues o están todas paradas en la base de la PGJE o en la esquina de Iturbide e Hidalgo de Santa Ana. Ah, pero eso, sí: cobran 7:50… como si de verdad fuera servicio de primera.

En mal servicio y mal trato le siguen las cubren la ruta Tlaxcala-Santa Ana, las Ocotlán- Santa Ana y las que usted, amable lector, quiera, guste y mande. Todas o la inmensa mayoría tienen la virtud de hacerle a uno pesado el trayecto con su música a todo volumen, casi todas son llevadas por choferes que no responden el buenos días y el gracias, algunas son un féretro por carecer de ventanillas que se abran, pero eso sí, la generalidad es que vayan tan lentas como lo permita la ansiedad y desesperación del usuario.

Cierto, en estas últimas empresas también hay, aunque en muy, pero muy raras excepciones, choferes que aman su trabajo y que tratan con educación y responden al saludo y la despedida, que dicen “que tenga un bonito día” “baje con cuidado” “cuídese mucho” “buenas tardes” “gracias” y “disculpe”… los hay que no hablan jamás por teléfono mientras conducen, los que no expresan siquiera una mala palabra y los que se bañan…

De la autoridad encargada de impedir malas prácticas en los servidores públicos del transporte de personas ni hablamos: están dedicados a fabricar sus informes a modo, sus estadísticas personales y sus resultados más como deseo que como realidades.

 

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