De TLAXCALTECA a TLAXCALTECA (SAGA)

De Tlaxcalteca a Tlaxcalteca

“Mirada con nuestros ojos cafés”

Estimado lector:

Los ojos cafés y rasgados de mis paisanas y mis paisanos me comparten todos los días sus ganas de vivir la vida como siempre la tuvieron. Cómo no acordarnos del aire fresco de la madrugada y las plantas cubiertas de rocío. Cómo renunciar al esfuerzo diario para salir a conseguir trabajo y sustento.

¡Cuanto daño nos ha causado la pandemia! No saben ustedes los sentimientos en nuestro interior cuando, cara a cara familiares, médicos, amigas, mis amigos, me comparten la pena que les ha causado perder a su mamá, a su papá ,al tío, o alguna tía o tristemente a sus hermanas o hermanos.

Lo lamento mucho y respetuosamente expreso mis condolencias a todas esas familia que han perdido un familiar en esta pandemia. Quisiéramos abrazarnos y llorar a nuestros muertos con la impotencia de no poder hacerlo. Qué tristeza habernos despedido de ellos una mañana y no volverlos a ver porque en algún lugar se contagiaron, y la vida les fue arrebatada.

¿Ustedes creen que uno puede aguantar las ganas de llorar?

No, para nada. Muchas veces me ha tocado quebrarme y más cuando no podemos conseguir un tanque de oxígeno para algún amigo o una caja de alguna medicina. Si alguien no puede desentenderse del sufrimiento de mis paisanos, ese soy yo.

Los escucho, les abro mi corazón. Les brindo mi hombro para que se apoyen. Intento, como ellos seguir adelante y , pensar en los otros seres amados, en la casa, en el cuarto, donde podamos librarnos de esta dolorosa enfermedad.

Tengo la ilusión de hacer una casa, muy grande, donde quepamos todos, y podamos acordarnos de que ayer, ese mal llamado Covid-19 nos esta causando muchos daños, pero no acaba con nosotros ,seguimos luchando por tratarnos y curarnos.

Veo grandes esperanzas en aquellos ojos rasgados, ojos tlaxcaltecas, cafés pero llenos de brillo.

Soy uno más de mi pueblo y, mi pueblo es muy grande: de la montaña al valle, del bosque al centro urbano, de la parcela a las universidades.

Una casa en la que quepamos todos decididos a encontrar soluciones y jamás rajarnos ante enemigos como este virus mortal, de la injusticia, de la pobreza, del desánimo.

Tenemos que seguirnos cuidando, la vida ya no va a ser como antes. Pero no vamos a tener miedo. Bien protegidos, animados por nuestra Casa Grande, Tlaxcala, volveremos a salir y regresaremos con bien, y con el producto de nuestro trabajo.

A nuestros muertos por siempre los llevaremos en el corazón. Por nuestros vivos todo, precaución, trabajo y muchas ganas de salir adelante.

Todo sea por el incomparable brillo de nuestros ojos rasgados.

Ing. Juan Carlos Sánchez García SAGA

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