Cultura y política

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Si de algo les encanta hablar a los políticos en campaña es de cultura. Los hace verse interesantes, cultos, humanos, sensibles y cercanos a las necesidades de la población. Integrar este tema en su discurso los hace parecer interesados en el bienestar general pero sobre todo, hacen creer a la audiencia que la cultura es un elemento integrador y que las mayorías formarán parte de ella.

A los candidatos les gusta hablar de cultura aunque en realidad desconozcan mucho de ella y la confunden con alguna disciplina artística. Prometen fomentar la cultura creyendo que hablan de apoyar a los creadores y la gente les cree. El asunto, en un mensaje político, adorna al ponente, lo ilumina con una luz de sabiduría, lo eleva a las alturas de los doctos y lo coloca como un ser muy inteligente.

Hablar de cultura en campaña rinde frutos. La gente ha oído decir que México saldrá adelante con educación, cultura y deporte y escuchar hablar a su candidato de estos tópicos tan sublimes la cautiva pues recibe el mensaje de que el sujeto está interesado en proveer a la sociedad de estas necesidades y por lo tanto, la idea forma parte del convencimiento para votar por él. Generalmente el aspirante habla de lo que hace falta y lo dice porque lo ha escuchado pero no dice cómo hacerlo realidad porque nunca ha escuchado de alguien que lo haya hecho y haya tenido éxito.

La cultura y el apoyo y los creadores es algo que jamás ha estado en los planes de los políticos y de los gobernantes porque desconocen del asunto. Creen que todo se puede arreglar creando leyes que obliguen al Estado a financiar la creación de arte y la preservación y difusión de la cultura tangible e intangible. Hay muchas leyes al respecto pero nadie o muy pocos las obedecen o ponen en práctica. Incluso algunas secretarías, direcciones o instituciones culturales de los estados y los municipios son un estorbo para los autores y para la sobrevivencia de la cultura. Claro que hay excepciones y son un logro digno de destacar.

La llamada reforma educativa que no es más que una revolcada al asunto administrativo dentro de las instituciones del sector, suponía ampliar las posibilidades de los creadores de recibir apoyo y abrir los espacios para exponer su talento. Se suponía que con la creación de una Secretaria de Cultura y con una ley que hace obligatoria la cultura, habría más actividades del sector y se abriría el abanico para hacer de todos los espacios abiertos y cerrados del pueblo o municipio más alejados un punto de encuentro del arte, los creadores y la sociedad en general.

Nada más triste que ver esos foros públicos vacíos. Nada más cruel que ver a los artistas mendigar en las oficinas de gobierno un apoyo para seguir produciendo arte y para difundirlo y tal vez, hasta para vender su obra. Nada más vergonzoso que ver a un aparato burocrático obeso absorber el mediocre presupuesto destinado al área. Con o sin secretaría y con o sin leyes al respecto las cosas van de igual a peor en todo el país y en algunos estados y municipios el asunto se vuelve grave.

La cultura, la educación y el deporte, insisto, serán los únicos elementos que sacarán adelante al país y harán mejores ciudadanos. La educación, si no integra los valores humanos y la percepción de la cultura y el arte, no tiene mucho futuro ni se le vislumbra ninguna forma de éxito. En la llamada reforma educativa implementada en este sexenio agonizante omitió gravemente estos elementos y los propuso como sugerencia y no como materia obligatoria. De ahí parte del fracaso.

Hubo intentos, sí. Pero estuvieron en manos de gente que nunca tuvo la mínima idea de lo que es la cultura y al arte en la etapa de educación secundaria y bachillerato. Hubo presupuesto, y mucho, pero nunca se aplicó ni llegó a su destino final. En estos términos, la situación está igual o peor en un clima de violencia casi generalizada en todo México.

Los que ayer fueron candidatos llegaron a la gente hablando de cultura. Aseguraron que sacarían adelante al país separando a la juventud de los vicios y los peligros acercándoles la cultura y el arte. Se llenaron la imaginación de ideas imposibles. Aseguraron conocer el secreto de la felicidad y el progreso. Luego llegaron al poder y desde ese lugar privilegiado han olvidado la propuesta y proyecto, ignoran lo que antes aseguraban, se han dado cuenta que sus ideas eran mitos pues han entendido que para cultura y artistas no hay dinero. Nunca lo ha habido ni lo habrá.

Hablar sobre el tema es fácil y da dividendos. Pero la realidad es que ni los de ayer ni los de hoy habrán algo por la cultura pues luego de obtener el triunfo, ese aspecto no les sirve para nada.

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