Cultura, educación, deporte y política

Bernardino Vazquez Mazatzi/Escritor y Periodista

Sin duda alguna, la pandemia derivada del covid-19 no sólo vino a diezmar a la población mundial, a recordarnos lo frágiles y mortales que somos, que no estuvimos ni estamos preparados para una emergencia global de esta magnitud, sino que también trajo entre otras secuelas la pérdida de identidad cultural, la reducción o anulación de la práctica del deporte y la ausencia de exposición de las manifestaciones artísticas en todas sus expresiones.

En términos de educación o enseñanza escolarizada, el cierre de los planteles de todos los niveles no únicamente significó la ausencia de maestros y alumnos, no sólo representó el descuido casi total de la mayoría de las instituciones y el letargo en la economía que de ello se deriva, sino que cambió radicalmente la forma de impartir los conocimientos y el modo en que el alumno recibió la información, la interpretó y la aprovechó.

Si bien muchos actores, algunos completamente desinformados o de mala fe rechazaron las clases a distancia, sigo creyendo que peor hubiera sido no haber hecho nada. Se sabía de antemano que dar y recibir clases por medio de la tecnología en nada o en muy poco se iba a parecer a las formas tradicionales de enseñanza, que era un enorme reto al que no se le pronosticaban resultados, que habría que experimentar, correr el riego. Se hizo, y la evaluación a la aventura apenas viene, pero no augura excelentes resultados, no los que se hubieran querido, pero tampoco se va a hablar de fracaso.

En cuanto al deporte, otro de los elementos fundamentales para al desarrollo físico y espiritual de las sociedades de todo el mundo, este también se declaró en pausa y por el momento la inactividad en el sector también ofrece cuentas fatales, por un lado, porque las dependencias del área simplemente desaparecieron y segundo, porque los deportistas y entrenadores se inmovilizaron dando lugar a la obesidad, el sedentarismo, la mala alimentación, los hábitos dañinos y la ausencia de ejercicio. El daño ya está hecho.

En lo que se refiere a cultura, al igual que en el anterior rubro, históricamente ha sido tema de segundo, último o ningún plano por parte de las autoridades y gobiernos de todos los partidos políticos y de todos los niveles. La cultura nos les sirve porque desconocen su funciona e importancia y porque no vende imagen, no publicita los colores y siglas de sus partidos y, sobre todo, porque la cultura podría exhibirlos como insensibles, incapaces de interpretar las bellas artes.

Deportistas y creadores son la piedra en el zapato de los funcionarios quienes en su ignorancia y arrogancia desprecian a aquellos que da razón de ser a su cargo. Un deportista siempre va a exigir apoyos para sus entrenamientos e instalaciones adecuadas para hacerlos. Siempre va a pedir el respaldo institucional para acudir a sus competencias, para representar al estado, al municipio y al país en otras entidades o naciones de donde trae gloria y ejemplo a las futuras y presentes generaciones de atletas.

Los creadores, los verdaderos artistas, los que no reciben las becas por no ser recomendados o amigos del poder, los que de verdad representan el arte local y nacional ante el mundo, tienen que mendigar a los funcionarios del sector y tienen que peregrinar ante las dependencias del área la mayoría de las veces sólo para recibir un retundo no o un desprecio institucional injustificado e inmerecido.

Todo esto porque en estos tiempos de campañas electorales, de promesas al por mayor y muchas veces sin sentido, habría que preguntar a los candidatos a gobernador, a los aspirantes a presidentes municipales y a los que quieren ser diputados locales y federales, qué es lo que pueden o quieren o creen que van a hacer por la cultura, el deporte y la educación. El tema no es simple pues se trata de aspectos fundamentales para la correcta convivencia social de los pueblos. Se trata de la parte esencial del ser humano, de la forma en que nos concebimos o no proyectamos como sociedad civilizada, inteligente y pacífica.

Si un candidato o candidata en estos tiempos electorales no demuestra sensibilidad por la educación, el deporte y la cultura, seguramente no va a ser un buen gobernante pues su empatía por estos tres sectores lo exhibe sensible y humano y como consecuencia, será el funcionario que sabrá cómo sacar adelante su encomienda. Es tiempo de saber elegir.

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