El tiempo que dedican al trabajo los mexicanos, de los más prolongados del mundo, según la OCDE; Una buena relación entre padres e infantes es fundamental para el desarrollo posterior de habilidades duras y blandas
Patricia de la Fuente. Especialistas en educación y desarrollo infantil.
Uno de los problemas de formación que tienen los niños en una sociedad como la mexicana es que los padres deben salir diariamente a cumplir largas jornadas laborales, lo que en muchos casos ocasiona descuido en las relaciones familiares.
De acuerdo con un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) realizado en 2016, los trabajadores de México son los que laboraron durante más tiempo: 2 mil 255 horas al año, muy arriba del promedio de los países de esa institución, que es de mil 763 horas, y mucho más que Alemania, de sólo mil 363 horas.
Al mismo tiempo, según otro documento de la propia OCDE, Panorama de la educación 2017, en nuestro país la matrícula de educación preescolar entre niños de cuatro años llegó en 2015 a 89%, cifra muy similar al promedio de los países de esa organización, que es de 87%.
Si realizamos un cruce entre los datos anteriores, podemos inferir que afortunadamente muchos de los pequeños del país tienen acceso a la escuela (en 2015, 86% de los niños de preescolar estaban en instituciones públicas, pero dos tercios de los programas de educación inicial eran administrados por organismos privados), al mismo tiempo que sus padres dedican buena parte de su tiempo a su empleo.
Esta situación, por supuesto, contiene aspectos que complican las relaciones entre los padres y sus hijos pequeños, los que pueden llegar a una atención inadecuada que puede tener graves consecuencias emocionales y educativas a corto, mediano y largo plazos.
Cuestionada acerca de la relevancia de la convivencia entre padres e hijos, Patricia de la Fuente, directora de Servicios Educativos para el Desarrollo Infantil (SEDI), comentó que la relación padres-hijos se basa en la satisfacción mutua de necesidades. En este caso se trata de niños pequeños que necesitan ser atendidos
en sus requerimientos de, por ejemplo, asuntos tan básicos como la alimentación, el sueño, la higiene y el afecto, mientras que los adultos necesitan sentir que están cumpliendo bien con sus responsabilidades paternas.
Si la convivencia se da en términos adecuados, lo anterior terminará por dar buenos resultados escolares. Al respecto opina la especialista: “Es muy importante que a través de la satisfacción de necesidades básicas se establezca una relación que va a aportar las bases para la educación posterior en términos de competencias académicas. Existe investigación que sustenta la importancia de que los niños desarrollen desde pequeños buena disciplina personal que se refleja en la adquisición de buenos hábitos de alimentación, sueño e higiene, un buen manejo de sus emociones y habilidades para su adecuada socialización. Además, hay que mantener su curiosidad despierta. Eso es lo que hace la diferencia, pero muchos los papás no lo valoran”.
Así, pese a la indudable importancia que implica una adecuada convivencia familiar desde los primeros años de vida, muchos padres la subestiman. Según De la Fuente, ello se ve agravado por dos circunstancias: la culpa y el cansancio. La primera se debe a que, por el poco tiempo que le dedican a sus hijos, los padres sienten una culpa exacerbada, lo que tratan de mitigar consintiéndolos, tolerándoles malos comportamientos e indisciplinas, y a querer compensar con juguetes y regalos el poco tiempo que pasan con ellos.
Respecto al cansancio, la experta de SEDI recordó datos que presentó Ellen Galinsky en uno de sus libros, donde nos dice que en realidad a los niños no les preocupa ni les afecta que sus padres trabajen jornadas laborales completasm pero sí les inquieta que no haya una congruencia entre lo que los papás reportan de por qué trabajaban, porque les gusta y porque querían seguir adelante con su carrera, pero por otro lado escuchaban con mucha frecuencia que se quejaban del maltrato, de lo poco que ganaban y de lo cansados que terminaban tras su jornada laboral.
De la Fuente considera que la escuela es sólo un complemento en la educación de los hijos y aunque es fundamentalmente su responsabilidad se vale, e inclusive se aconseja apoyarse en profesionales de la educación con quienes deben mantener una comunicación constante y eficiente para hacer equipo con ellos y lograr mejores resultados.
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