Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
Hoy como nunca, se puede apreciar en toda su cruel realidad, la crisis de valores humanos en la sociedad.
Resulta alarmante el grado de descomposición en las nuevas generaciones, producto de un extremo nivel de permisibilidad de los adultos que permiten a los jóvenes el abuso de las libertades bajo el argumento de impedirles prohibiciones que en el pasado hicieron sociedades temerosas y sumisas o sometidas.
En las escuelas de nivel secundaria ubicadas en el municipio de Chiautempan se pueden encontrar todo tipo de situaciones, algunas como signos de alarma y otras abiertamente peligrosas, que entre los muchachos de entre 13 y 15 años de edad marcan ya una pauta definitiva de su concepto de libertad y derechos que, equivocados, vislumbran un panorama pesimista para el futuro general e individual.
No es ajeno para nadie el que es en la secundaria en donde los muchachos aprenden a fumar pues en ese espacio encuentran la tentación, oportunidad y tiempo para el primer cigarro que es muchas veces el antecedente de la mariguana, que es donde les es ofrecido como salida y opción el alcohol que aceptan como continuidad del ejemplo del hogar y es donde miden sus fuerzas y capacidad de organización y aceptación integrándose a grupos que posteriormente pueden ser pandillas.
Negarlo es cerrar los ojos a la realidad pero no podemos negar que es la secundaria en donde los chicos miden su capacidad de rebelión, en donde observan hasta dónde pueden llegar en el rechazo a lo establecido, en donde inician su vida sexual muchas veces sin información clara ni de buena fuente y es en donde tienen las mayores dudas en muchos ámbitos y en donde más se desorientan es la edad en donde siempre se sienten incomprendidos a falta de un lenguaje entendible y aceptable en sus circunstancias y tiempos.
En las secundarias de Chiautempan y en las de todo el estado los jóvenes observan desde otra perspectiva el horizonte, escuchan con diferente significado los conceptos de los adultos y de lo ya establecido, entienden con sus propios argumentos lo que pueden o lo que no pueden hacer y se expresan con un lenguaje que si no es interpretado correctamente por la autoridad y por sus padres entonces adquiere otro concepto ajeno a los valores humanos.
La escuela secundaria debiera ser el punto de encuentro de las ideas, la oportunidad de aprender, el sitio idóneo para la satisfacer las inquietudes encauzadas, el lugar en el que se borren y aclaren las dudas por lo tanto, debería ser un lugar seguro, cálido, protector, en el que los muchachos se sientan felices y salgan con la inteligencia, la voluntad y la energía para transformarse y modificar su entorno de forma positiva.
Sin embargo, y negarlo es un suicidio, cada vez más los casos en los que los estudiantes adquieren actitudes rebeldes, ideas de abierto rechazo al respeto y las buenas formas, vicios que se les arraigan y que no son más que el reflejo de los ejemplos y la cultura en la que se desenvuelven y adoptan la posición de defensa y de agresión pues han entendido de forma errada que la sociedad es la selva en la que sólo sobrevive el más fuerte y que es la violencia el lenguaje que entiende y habla el triunfo así sea momentáneo.
En la sociedad hay crisis de valores por la hay en la familia, la hay en la escuela porque los padres han agrandado la permisibilidad injusta, la hay porque los padres de familia han maniatado a los maestros que ya están impedidos para aplicar correctivos que hacen mejor al alumno y por ende a la persona, la hay porque los adultos les hemos enseñado a ignorar el diálogo como forma de solución de los problemas y los desencuentros, la hay porque la sociedad mira hacia otro lado y camina por rumbo diferente al destino de los muchachos.
Urge una reflexión social, urge un examen de conciencia dentro de la familia, es necesario que como cultura replantemos lo que estamos haciendo pero sobre todo, hoy es urgente un cambio de rumbo. Mañana puede ser demasiado tarde.