Hugo Valadez Hernández
La política de López Obrador abanderó en campaña uno de los problemas sociales más sentidos de la sociedad mexicana: la lucha contra la corrupción que, según él, vendría a ser la causa de fondo de la desigualdad social en nuestro país.
La corrupción de los partidos tradicionales y el discurso retorico de AMLO llevó a votar a la ciudadanía por la alternativa, la cual prometía acabar de raíz con el mal del siglo, autodenominándose: “La esperanza de México”.
“A la mitad del camino” hemos visto que la corrupción lejos de perecer, goza de excelente salud, viéndose implicados familiares del mismo presidente, como es el caso reciente de José Ramón López Beltrán, hijo de AMLO, por la lujosa casa gris en Texas. Tema que ha ocupado los primeros lugares de tendencia en la red social twitter desde hace 30 días.
La realidad nos demuestra que, en primer lugar, Obrador le mintió a México. El lema “no robar” solo fue discurso barato para llegar al poder. En segundo lugar, que la corrupción no es la causa, sino la consecuencia de un sistema económico basado en el libre mercado, en el que a través de la explotación del obrero se obtiene una plusvalía, que se materializa en dinero una vez vendida la mercancía. De este modo, el patrón hace crecer más su riqueza a costa de la vida paupérrima del obrero.
Este sistema económico, es el causante supremo de la corrupción. el Estado neoliberal, que interviene muy poco para la repartición de la riqueza, el cual no le cobra impuestos a los millonarios, no les exige aumentar los salarios, crear empleos, así como ofrecer al pueblo servicios de calidad, educación, salud, deporte, transporte, etc. Es el que fomenta la corrupción.
Pues bien. El tema en boga son las escuelas de tiempo completo, las cuales Obrador quiere desaparecer por supuesta corrupción. El mismo cuchillo que aplico al programa “prospera” y a las guarderías, entre otros. Lo anterior me permite pensar que las escuelas de tiempo completo desaparecerán por decisión presidencial, como lo hizo con los programas que acabo de mencionar.
Sin duda, la desaparición de esta modalidad de escuelas afectaría a los más pobres, a 3.6 millones de niños y niñas, que pertenecen a los estratos de más bajos recursos. Muchos de ellos, dentro del esquema alimentario, reciben ahí su primera y única comida de todo el día. Si se concreta la supresión de este programa, muchos niños y niñas estarían condenados a la desnutrición crónica y al hambre.
Delfina Gómez Álvarez, secretaria de educación pública, argumenta que la desaparición de las escuelas de tiempo completo se debe a que faltan recursos para reestablecer la infraestructura básica de muchos planteles, obras que son prioritarias. Por lo que el presupuesto de “la escuela es nuestra”, del cual dependen las escuelas de tiempo completo, seria canalizado a resolver esas necesidades.
Sin embargo, la supuesta falta de recursos es falsa. Al presidente le importa más su imagen, fijaciones ideológicas y sus obras faraónicas, que la educación y alimentación de niños y niñas de escasos recursos. Un ejemplo: Salvador García Soto, el 15 de marzo en El Universal, dice: “La SEP compró cubrebocas de 90 pesos cada una… (Óigalo bien, 90 pesos cada uno. HVH) gastó 90 millones de pesos para comprar un millón de cubrebocas de la marca 3M modelo 1860… en el contrato nunca se precisa el destino de las mascarillas adquiridas…con los 90 millones que pagó la SEP el año pasado por cubrebocas 3M 1860 hubiera alcanzado para atender a 1,000 escuelas de tiempo completo con un apoyo mensual de 90 mil pesos a cada una…”
Aquí se ve claro que no hace falta dinero para educar y alimentar a niños y a niñas de nuestro país. Este y otros desperdicios de dinero, de nuestros impuestos, bastarían para mantener las escuelas de tiempo completo de todo el país, desde preescolar hasta universidad. Es por eso que los antorchistas protestamos enérgicamente en defensa de los padres y madres de familia más humildes y los invitamos a que mediten bien las palabras y las promesas del presidente y a que no se confíen, a que vigilen de día y de noche hasta que se hagan realidad. Vale.