Conflictos de los morenos

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y periodista

Conforme pasan los días crece más la efervescencia política en todo el estado y hasta el más iluso se considera con posibilidades de ser ungido como candidato a algo y, sorpresa, la inmensa mayoría cree que puede y debe ser el candidato de MORENA. Todavía ni se despintan los colores azul, tricolor y amarillo de su piel y ya se consideran merecedores e insustituibles.

Y el partido en el poder no le hace fuchi a nadie: lo que quiere es ganar a toda costa, con quienes sean, con el pasado que tengan, con el descrédito que los siga, con la imagen de vergüenza y la nula dignidad que los dibuje. Finalmente, todos se usan, de una forma u otra, pues lo importante es no perder el poder, vivir del erario, lucrar con las necesidades y esperanzas de la gente.

El caso es que muchos soñadores se han lavado la cara, se han peinado, se han ido a confesar con el cura y han jurado ante el altar que ahora sí son buenas personas y hasta prometen que serán mejores seres humanos… al menos mientras llegan a la candidatura y hasta en tanto llegan al poder, si es que llegan; luego ocurre la maldición de la amnesia y casi inmediatamente llega el milagro de la riqueza injustificada.

Ya no hay “auténticos” o “fundadores” morenistas que imaginen que tienen preferencia sobre los que no son morenos ni de color. Antes se señalaban entre ellos con dedo flamígero y se marcaban como arribistas, oportunistas, abusivos y quitacandidaturas, hoy ya no se sabe quién es quién y saben que es mejor estar bien con Dios y con el diablo; no vaya siendo que el oportunista sea el bendecido y luego no haya la posibilidad de ir a pedirle chamba y ya se sabe que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.

De esta forma, ya tampoco hay la posibilidad de identificar a los personajes por sus colores y sus siglas: se han camuflado de tal forma que son todo y todos rumbo a MORENA, ese es el objetivo. Todos se dicen morenistas de nacimiento, juran ser fieles a la 4T desde que dieron sus primeros pasitos en este mundo y aseguran que odian al PRI, al PAN y al PRD, la cuna y la chichi que los hizo nacer y crecer.

Porque por otro lado saben, están seguros, que gane quien gane y aunque sean conservadores y fifís, quien llegue, del partido que sea, los va a llamar si ven que la administración estatal actual, los gobiernos municipales y todos los cargos de elección popular están plagados de gente que siempre fue contraria a MORENA. En ese nivel de poder no hay distinciones ni pasados gloriosos o vergonzosos: todos son hermanos de sangre. Por eso hay atrevidos que dicen que en Tlaxcala no hay cambio, ni alternancia ni democracia.

Pero ni falta que hace. Las cosas así están funcionando; la sociedad no protesta, el pueblo está sedado, la juventud clavada en el celular y los adultos conformes con su pensión. Y luego en Tlaxcala se respira un aire de paz que ya ni los que están en el camposanto disfrutan; se generan empleos, no hay delincuencia organizada ni trata de personas ni feminicidios ni delitos de alto impacto ni robos con violencia ni acoso sexual o laboral… estamos en la sucursal del paraíso… los que protestan o no están de acuerdo o no lo creen es porque son resentidos.

El caso es que muchos de esos suspirantes están agazapados, calladitos, disciplinados, aparentemente conformes o en realidad, alcahuetes; no se atreven a mostrar crítica alguna o inconformidad por lo que ellos mismos perciben como fracaso en algunos ayuntamientos morenistas; no hablan mal de la administración municipal, ni de los diputados, ni de la dirigencia morenista, no rezongan nada de nadie. No hasta que vean frustradas sus aspiraciones.

Pero ese silencio cómplice les va a cobrar factura. Se van a dar cuenta de que mantener agachada la cabeza, no paga, o paga mal. Así es que ese silencio momentáneo se va a convertir en grito de protesta en cuanto se acerquen más los tiempos electorales. MORENA será el epicentro del movimiento telúrico de las protestas políticas antes, durante y después de los comicios venideros.

En política no hay nada escrito. Y no hay sorpresas, sino sorprendidos y, como dice la sabiduría dinosauria: la política es el arte de tragar sapos sin hacer gestos…

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