Comunidades exigen respeto y sea salvada La Matlalcuéyetl: activistas y pobladores

La plaga del gusano descortezador avanza, afecta a los árboles y a las especies que habitan en el área, además, la montaña enfrenta la tala indiscriminada.

Sandy Guerrero

La Malintzi es reconocida como la quinta montaña más alta de México, pero al mismo tiempo está en peligro debido a la plaga del insecto descortezador que ha estado presente desde siempre, sin embargo, hace año y medio avanzó de 10 a 5000 hectáreas afectadas.

Esto ha generado la pérdida de miles de árboles, y a su vez, especies que habitan en el área, situación que preocupado de tal manera a los habitantes de las comunidades establecidas en las faldas del Parque Nacional La Malinche, quienes han decido levantar su voz, pero sobre todo actuar para preservar el medio ambiente de Tlaxcala.

Activistas y pobladores que se rigen por usos y costumbres de 12 municipios se manifestaron este jueves frente a Palacio de Gobierno en la capital, para exigir a las autoridades federales, estatales y municipales que se haga un saneamiento correcto de la plaga y se intervenga para detener la tala de árboles sanos.

“Actualmente sólo 1600 hectáreas están siendo atendidas debido a los largos plazo del gobierno para la recepción y proceso de saneamiento trámites gubernamentales”, mencionó una pobladora de San Francisco Tetlanohcan.

De igual forma, lamentaron la invisibilidad de las autoridades para con las comunidades, que han decidido defender el territorio y bienes naturales, porque de ellos se obtienen servicios ambientales como el oxígeno, flora, fauna, el agua, los alimentos, lugar de esparcimiento y convivencia familiar.

A través de un comunicado, explicaron que las comisiones comunitarias de 12 municipios que conforman las faldas del volcán Matlalcuéyetl y desde la autodeterminación de las comunidades y los pueblos originarios, reconocidos por el Convenio 169 de la OIT y el artículo 2 de la CPEUM, se reúnen para manifestar su inconformidad por el actuar de las autoridades.

“Ya que no han logrado incluir en sus políticas, estrategias y programas, reconocimiento de los derechos consuetudinarios ni la perspectiva de manejo y conservación de los bienes naturales a partir del sistema de conocimientos de las comunidades originarias, a pesar de estar protegidos y reconocidos en el artículo 8 del Convenio de Diversidad Biológica”.

Así que han decidido promover y fortalecer los usos y costumbres, a través de asambleas comunitarias, elaboración de estatutos y reglamentos internos e instrumentos organizativos.

Impulsar el sentido de comunidad, educación ambiental y respeto a los bienes naturales, y es que algo intangible e incompresible para la gente de afuera, a ellos, “llena nuestro ser”.

Si bien reconocen la valiosa participación de las comunidades originarias en la defensa del territorio y bienes naturales, así como el compromiso y dedicación de las y los jóvenes para proteger y restaurar el equilibrio ecológico – hoy deteriorado-, la problemática es agravada por las dependencias gubernamentales con su negligente actuación.

 

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