Censura y libertad de expresión

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

La puesta en marcha de nuevas políticas de contenidos en la plataforma Facebook es un absurdo e innecesario retroceso en la libertad de expresión en todo el mundo, o cuando menos, en donde tiene influencia. Prohibir palabras, imágenes e ideas por considerarlas agresivas o impropias de ninguna forma cambiará la mentalidad, actitud o pensamiento de la sociedad: el mal no está en la forma de comunicarse de las masas, sino en la educación de las mismas; el problema radica en la ausencia de valores humanos, en la poca educación, en los malos ejemplos individuales o comunes.

Facebook censura palabras porque le parecen violentas y cree que con ello pondrá fin a la violencia; castiga palabras que cree proclives a generar agresiones e imagina que no pronunciándolas y no escribirlas y sustituyéndolas por sinónimos el sentido de la realidad va a cambiar. La realidad supera a la palabra. Las acepciones de la palabra en el idioma español son diversas y significan o quieren decir puntualmente lo que se busca expresar: modificar el lenguaje, cambiar la palabra, emitir un vocablo distinto o disfrazar el mensaje en nada va a cambiar lo que se quiere decir y se dice y se escucha tal cual.

En periodismo una palabra dice todo y dice exactamente lo que se quiere explicar, expresar, señalar, puntualizar: el lenguaje de los medios de comunicación es preciso, puntual, justo, exacto. Homicidio es homicidio, muerte es muerte, violación es lo que se quiere decir y asesinato y crimen y cadáver y robo significan eso precisamente y no aceptan vocablos simulados o a modo o a gusto… sustituir esas palabras o evitarlas hace del periodismo un remedo de comunicación y una farsa del lenguaje. Prohibirlas es censura, es ataque a la libertad de expresión, es un absurdo.

Los medios de comunicación conocen sus límites. La autocensura ayuda a evitar noticias grotescas, morbosas, rojas. La prensa sabe de la dignidad de las víctimas y protege su identidad facial y su nombre, evita el amarillismo y cuida su lenguaje para no ofender el honor de quienes se ubican en el entorno de los protagonistas de accidentes de la delincuencia. Por ello protege el rostro u evita el nombre o el apellido con una N, por motivos legales o procesales. Pero impedirle al periodista y a los medios la libre expresión plasmada y consagrada en la Constitución General de la República mexicana es un Axeso, un abuso, una agresión y un retroceso.

Facebook censura, coloca una mordaza al periodista y lo hace más por ignorancia que por cuidar formas o proteger culturas o clases sociales. Amenaza con cerrar cuentas y castiga bloqueando contenidos o suprime la participación e interacción de quienes, a su arbitrario juicio, infringe sus normas abusivas. No toma en cuenta la necesidad que tienen quienes, como en el caso de los medios de comunicación y en el de los comunicadores, están obligados a exponer sin sinónimos ni frases o ideas disfrazadas la realidad. El periodista no inventa: es el puente ente la sociedad y el poder y el gobierno, entre la realidad y el pueblo.

Con una ideología extranjera, con una mentalidad ajena e ignorante de la cultura nacional, con un completo desconocimiento del lenguaje, formas de comunicación y cultura, esa red social busca de forma abusiva y agresiva callar términos y voces que explican una realidad innegable que informan, forman y orientan y que quiere tergiversar, modificar, ocultar o negar a su arbitrio y con ello cubrir la doble moral de la sociedad vecina del norte. No hay defensa de derechos o valores de una sociedad viciada como la norteamericana: es invasión, es intromisión, es papel de policía del mundo, es ignorancia suprema y ganar de chingar.

En México le llamamos a las cosas por su nombre, sin tapujos, sin ambages, con intención, comunicando, expresando ideas y sentimientos y emociones. El periodista y el periodismo son una actividad profesional que se ejerce con pasión, con entrega, con objetivos y rumbos. Los medios de comunicación son cronistas de su tiempo y de vigencia vitalicia. Si a Facebook no le gusta nuestro idioma debe entender que la comunicación no obedece gustos, filias o fobias. La libertad de expresión está por encima de intereses e ignorancias.

Y los periodistas y los medios de comunicación deben pronunciarse en contra de este abuso de una empresa extranjera pues busca modificar el idioma, la cultura y las formas y modos de vida de los mexicanos. Las políticas o normas de esa red social no deben afectar, de ninguna forma, el idioma y la comunicación de la sociedad. Y los mexicanos no debemos permitir ninguna forma de intromisión a nuestra cultura; los medios de comunicación y los comunicadores pueden tener tendencias o sesgos en sus contenidos, pero deben mantener su libertad. Nada por encima de ella.

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