Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
En el comportamiento humano, o al menos en algunos seres que debieran ser humanos, hay actitudes o reacciones inaceptables, incomprensibles, absurdas, estúpidas, hechos con los que algunos individuos demuestran la peor de las ignorancias y el lado más oscuro de la llamada civilización o cultura que contamina este planeta y que representa la vergüenza para algunos sectores de la colectividad.
La historia del hombre esta manchada de actos aborrecibles, impronunciables, irracionales y por desgracia para el futuro e historia de la humanidad, también son continuos, perfeccionados, repetitivos, obstinados… convertidos en normalidad y traducidos en destino, en conformismo. El hombre se está acostumbrando a ver como natural su autodestrucción.
En esta etapa de la “civilización” ya no escandaliza ni asombra la muerte violenta de una o muchas personas, ni la desaparición de niños y jovencitas. Ya nos es indiferente la desgracia ajena, ya no nos conmueve el llanto y el dolor de una madre o la orfandad de unos pequeños, nos parece lejana e improbable la tragedia propia y hasta imposible o lejana la muerte misma.
La verdad es que la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones y orígenes, debe ser rechazada, evitada, intolerada, inaceptada. La violencia contra la mujer, contra los niños y ancianos debe ser aborrecida y denunciada; no hay acto más cobarde que golpearlos pues indica la peor bajeza en la medida en que implica impunidad y garantía de hacer daño sin afrontar consecuencias, además de causar dolor y llanto, humillación y pérdida de la autoestima.
La ignorancia del valor e importancia por la vida y el rechazo a los valores humanos son el ingrediente de los estúpidos que pretendiendo desconocer el respeto por los demás, que de todos modos los incluye, dañan de una u otra forma a sus congéneres, al entorno, la salud, la economía y la infraestructura, el estado físico y mental y la integridad pues si estamos todos en este planeta, menoscaban la integridad e imagen de esos todos que somos tú, yo y quienes nos rodean cerca o lejos. Nos hay otros: nosotros somos los otros; no hay los demás, nosotros somos los demás.
Por ello es que me parece inaceptable que seres ignorantes, estúpidos, retrógradas y con la violencia a flor de piel pues es ese su lenguaje y alimento, agredan a enfermeras y médicos que atienden a enfermos de corona virus en esta emergencia sanitaria que se abate en México y el mundo. Ignoro si en otros países se han dado estos desagradables y condenables actos en los que imbéciles agreden a los profesionales de la salud cuyo pecado es luchar por la vida. Si así fuera, estaríamos hablando de la globalización de la intolerancia y la generalización de lo absurdo.
Atacar violentamente a una mujer es totalmente condenable, pero agredir a una dama que es además enfermera que dedica su esfuerzo y tiempo como sacrificio a preservar la existencia, a calmar las dolencias y aliviar los males debe ser rechazado y denunciado. Quienes por ignorancia se atreven a lesionar a una enfermera deben recibir el rechazo generalizado de la sociedad y enfrentar a la ley pues son entes que no merecen vivir en la colectividad.
A muchos en este país, nos parece surrealista, ilógico, fuera de todo razonamiento y lógica, que haya uno y algunos individuos que pretendan culpar a enfermeras y médicos por la pandemia y en el colmo de la paranoia y la insensatez, crean que pueden anular el contagio golpeándolos o arrojándoles cloro y hasta promover un linchamiento en su contra buscando expulsarlos de sus departamentos o calles y colonias donde viven.
Los médicos y enfermeras pueden ser imperfectos en su profesión y en cualquier momento pueden cometer algún error, incluso pueden ser poco amables en un instante de sus funciones, pero en estos momentos en que se convierten en verdaderos héroes, en estos tiempos en que son el único hilo conductor con la sobrevivencia y la salud lo menos que merecen es un reconocimiento, un agradecimiento, una muestra de admiración, un gesto de bondad, todo el apoyo y comprensión y si es mucho pedir, habrá que cederles en asiento en el transporte o aceptarlos con un silencio de amor y respaldo.
La violencia será siempre una muestra de estupidez, una señal de ignorancia y la exhibición inequívoca de brutalidad y de desprecio por la vida. Dicen los viejos que si no ayudas, no estorbes; si no puedes dar nada a quienes ahora, en esta emergencia sanitaria enfrentan a la muerte de frente, si no te atreves a agradecerles su sacrificio y si no tienes para ellos una oración o una palabra de aliento, entonces mejor no digas nada y mantente indiferente. Tal vez nunca los necesites, pero si por desgracia eres contagiado de covid 19, de ellos no recibirás ningún reproche y, por el contrario, recibirás su servicio profesional y humano.