¿Acarreados o invitados?

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

la marcha convocada por el presidente Andrés Manuel López Obrador da mucho de qué hablar y no necesariamente bien, o no solamente mal. O, dependiendo de quien hable, pudo ser un éxito o un fracaso, una muestra libre y espontanea de apoyo al jefe de la nación o una presencia obligada y asistencia bajo amenazas, una muestra de fanatismo o un alarde de nacionalismo, pudo ser un capricho presidencial o una necesidad de democracia.

Lo cierto es que la manifestación del domingo 27 de noviembre de 2022 fue para algunos la apoteosis y un aplastante triunfo y para otros la marcha representó todo lo aborrecible y criticable y negativo y todo lo malo que pueda existir en el planeta tierra. Para lo pro AMLO fue una expresión de lealtad y confianza al presidente y para los contrarios, representó una crisis existencial, un fuerte dolor de panza y la negación de lo posible, lo tangible y cierto. Para muchos el pleito es chisme y sólo les divierte.

Los extremos son malos. Provocar en el contrario su ira y no contestarle para una demostración son los dos puntos opuestos. No era necesaria esa muestra de fuerza por parte de MORENA ni había la necesidad de disfrazar de aniversario del triunfo morenista con un desfile como reto a la reciente movilización en defensa del INE que fue, quiérase o no, una aberración.

Y es que todos o muchos tienen razón. Hay dos verdades irrefutables. O cuando menos cada cual tierne y defiende su verdad. Por un lado, es cierto que miles de esos manifestantes fueron por su propia voluntad y recursos a caminar por las calles de la ciudad de México y para gritar convencidos todo su apoyo a AMLO, a la 4T, a MORENA y al aniversario del triunfo. Pero también lo hay quienes “tuvieron que ir” “invitados” por funcionarios y gobiernos de todos los niveles, coaccionados por dependencias e instituciones.

Negar que hubo miles de mexicanos que hicieron uso de su libertad de expresión y que tienen la firma convicción de tener un buen presidente es tanto como negar que esos ciudadanos conscientes están en sus cinco sentidos. Rechazar que esa gente acudió en masa porque cree y confía en su gobernante es negar que hay ciudadanos, por millones, que apoyan esta forma de gobernar que puede ser diferente pero no absurda… sólo es diferente y hasta puede ser la mejor.

Pero ignorar que hubo individuos enquistados en el poder y en el gobierno que por hacerse notar ante el presidente de la república obligaron a empleados burócratas es hacerse tontos solos. La presión y la amenaza a quienes se negaran a ir a la marcha pro AMLO también es una realidad. Porque muchos de los funcionarios y supuestos servidores públicos son todo menos morenistas. Hay muchos lambiscones con los colores de los partidos que aborrece MORENA y los hay que apenas ayer maldecían al partido en el poder… pero tenían que quedar bien, no podían patear el pesebre y mucho menos morder, por ahora, la mano que les da de comer.

Sí, los miles y miles de manifestantes en la ciudad de México fueron invitados y otros miles fueron acarreados. Finalmente, poco importa que hayan sido una u otra cosa. La exhibición de fuerza y de poder ahí está, plasmada en imágenes, como una festiva o como una lastimosa realidad, como una muestra de apoyo y confianza o como el abuso de los recursos y del pueblo. Invitados o acarreados, la marcha es hiel y azúcar, alabanza y ofensa, agua y aceite, verdad y mentira, logro y fracaso… lo es todo para todos, cada quien que se sirva lo que apetezca.

Lo importante es conocer qué aporta a México lo uno y lo otro, si la movilización tiene alguna utilidad práctica y beneficio para bien de la democracia o la paz social o para la humanidad, urge definir qué quiere decir acarreados o convocados y qué tan importante para la economía del país o para el correcto transcurrir del tiempo… ¿valdrá la pena saberlo o ignorarlo?

E igualmente también es cierto que ese acontecimiento público y masivo brinda la oportunidad a pro y a anti AMLO de hacer uso de su libertad de alegrarse o de encabronarse, de aplaudir o de mentar madres, de mantener su simpatía o aumentar su odio, de hablar y callar, de apoyar o rechazar… todo está permitido pues para eso se hizo lo que se hizo y para eso los contrarios seguirán diciendo NO a todo lo que haga o deje de hacer el presidente y por algo sus simpatizantes pueden y deben seguir aplaudiendo todo lo que haga o deje de hacer el presidente.

Acarreados o invitados, viva la libertad.

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