Alcohol y tragedia

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Regular o modificar los horarios, lugares y condiciones para el consumo de alcohol no ha traído los resultados esperados. Es más, pareciera que las disposiciones resultaron contraproducentes o tuvieron efecto contrario al esperado: se registró un notable incremento en accidentes y hechos violentos derivados del consumo excesivo e irresponsable de bebidas embriagantes.

Pareciera que algunos o muchos tlaxcaltecas estaban esperando que se les condicionaran o modificara de forma y fondo las borracheras para salir a accidentarse, a perder la vida, a sufrir lesiones, a causar daños y destrozar vehículos, familias y sueños.

Es triste y al mismo tiempo estéril negar u ocultar la problemática que muchos tlaxcaltecas enfrentan con el alcohol. Retan a la suerte, a la muerte y a la autoridad. Como en la mayoría de las adicciones o aficiones negativas o vicios o como le quiera usted llamar, los consumidores niegan tener problemas con la bebida. La mayoría ha normalizado consumir de forma irresponsable y han hecho de ese hábito una costumbre, una rutina o un pasatiempo semanal, cuando menos.

El lugar para embriagarse es lo de menos. Si bien no es lo mismo convivir en la casa del amigo o del compadre que en un antro; no deja de tener su encanto acudir a un centro nocturno, a un bar, a un table dance, a una cantina o pulquería para pistear. El problema es la forma irresponsable e incontrolada con la que se ingiere y las cantidades de bebida siempre serán excesivas y las consecuencias… las consecuencias están documentadas en los medios de comunicación, en el luto de algunas familias y en los registros de los cuerpos policiacos y de auxilio.

He dicho siempre que el alcohol es antecedente de toda tragedia y eso lo comprobé como periodista y como conferencista en los CERESOS de Tlaxcala y Apizaco. El estar siempre como espectador en primera fila viendo el transcurrir de los días nos ha dado la posibilidad de conocer de cerca la desgracia, la muerte injusta e inmerecida, la cancelación de una vida por lesiones discapacitantes y las heridas y cicatrices de un accidente o un hecho delictivo que tiene como personaje central, al alcohol.

Resulta extremadamente doloroso, frustrante, incomprensible e inaceptable una muerte o un accidente grave por situaciones de embriaguez. La impotencia no alcanza a entender o aceptar que alguien haya tenido la suficiente inmadurez, irresponsabilidad, falta de precaución y respeto como para decidir conducir un auto en casi completa inconciencia y causar la pérdida de una vida, o de dos, o de más.

En los días que siguieron a la modificación de la ley sobre bebidas alcohólicas y que regula los horarios y lugares para el expendio y consumo de alcohol se registró una terrible racha de accidentes con pérdidas de vidas humanas y de hechos delictivos que tuvieron como antecedente o que derivaron del consumo de bebidas embriagantes o que ocurrieron en lugares para ese fin con funcionamiento nocturno tolerado por las mismas autoridades municipales.

Regular o prohibir no es suficiente. Finalmente, las leyes se hicieron para burlarse, comprarse, modificarse o aplicarlas a conveniencia o a modo. Muchas de esas leyes nacieron para perder o nacieron muertas. Porque los dueños de antros ya encontrarán manera de ponerse a mano con la autoridad local, o ya se darán mañas para abrir más temprano y ocultar el horario de su cierre. A quienes tienen como negocio la venta de ese veneno o droga permitida les da mucha risa esa medida creada como de broma.

Los dueños de las tienditas, de esas que hay en cada cuadra, en todas las colonias, barrios y pueblos, los propietarios de los establecimientos de alimentos y las tiendas mal llamadas “de conveniencia” no han resentido ni resentirán dichas medidas. Jamás verán mermadas sus ganancias. Los clientes con uniforme escolar son seguros, los obreros y burócratas no van a sufrir por encontrar donde chelear y pasar un rato y ponerse hasta las chanclas. Las consecuencias por desgracia, siempre serán trágicas pues el que tenga la fortuna de no sufrir un accidente, encamina sus pasos hacia una adicción, hacia problemas familiares, rumbo a malbaratar su salario y ser mal ejemplo para sus hijos.

Así es que mientras no haya consciencia social, responsabilidad individual y colectiva, respeto personal y comunal y dignidad general, no habrá les o disposición o prohibición suficiente como para frenar la tragedia que representa el consumo irresponsable de alcohol y como para impedir que se sigan registrando accidentes y delitos por su causa. La intención fue buena, pero…

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