De nada sirve la reforma educativa 

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Desconozco los contenidos en la reforma educativa, no sé de qué se tratan los cambios, propuestas, adiciones, parches o agregados al modelo seguido en todo el país hasta estas fechas, pero si el nuevo plan educativo nacional carece de argumentos, materias, elementos y temas que tengan que ver con los valores, con asuntos relacionados a la superación, a la motivación, a la sensibilización y demás tópicos sobre valores humanos, creo que poco o nada vendrá a contribuir a crear un México mejor, una mejor sociedad y una diferente cultura.

La formación en las escuelas debe pasar primero por la educación de los individuos. Una profesión sin cimientos fuertes, sin bases sólidas, sin un origen y un objetivo, sin tener como destino y razón el respeto, la tolerancia, la inclusión, la igualdad y la solidaridad no creará ninguna sociedad inteligente. Ningún pueblo puede ni debe ciudadanos sin principios y cuyo fin o destino sea lo material, lo superfluo o lo intangible.

Actualmente muchos jóvenes centran sus aspiraciones en el dinero fácil, en el poder, en la fortuna, en la fama y obtener todo sin esfuerzos ni trabajo. Hay entre algunos estudiantes la idea de que es mejor pocos años en la opulencia que toda una vida en la miseria. Cada vez es más común entre los muchachos el desinterés por el futuro, por lograr cosas a base de esfuerzo. No encuentran fuentes de inspiración y encuentran poco atractivo ser honrado, honesto, esforzado… contra eso se debe luchar desde las aulas.

El ejemplo que conocen de los adultos es de corrupción, de impunidad, de violencia, de delincuencia organizada, de políticos corruptos, de impunidad por parte del poderoso; saben que el dinero puede corromper a las instituciones y que la justicia sólo se encuentra en los libros, en las telenovelas y en el ideal o el discurso del candidato. Las actuales generaciones poco a poco van sabiendo menos de integridad y honor, de prudencia, de dignidad y pudor… para ellos, muchas virtudes han perdido vigencia y ya poco o nada les dicen.

En realidad, a los jóvenes de ahora pocas opciones les damos. Desde que el adulto cedió su derecho y obligación de ser garante y figura insustituible e innegable del respeto, desde que cedió su autoridad a la permisibilidad, desde que creyó que la educación del hijo podría ser obligación y responsabilidad de alguien ajeno, desde que al maestro se le prohibió aplicar correctivos y disciplina al alumno y desde que se promovieron más los derechos que las obligaciones de los chicos, pocas alternativas encontraron las actuales generaciones.

El deterioro de la sociedad se debe al descuido, desinterés, apatía, abandono y permisibilidad extrema de los adultos. La educación nada tiene que ver con los programas educativos, con la burocracia, los presupuestos federales, el estado físico de los planteles educativos, el pago raquítico o suficiente a los maestros, ni a la voluntad de los gobiernos o al trabajo o negligencia de los legisladores. La educación se recibe en casa y en la casa se da con el ejemplo.

 Luego entonces, ante la falta elementos y argumentos que padece el sistema educativo nacional por omitir por décadas la educación para privilegiar el conocimiento vacío, urge ahora que las actuales generaciones retomen los principios básicos, fundamentales, vitales, insustituibles, inevitables y obligatorios de convivencia social pacífica, armónica, integral y civilizada.

Los programadas educativos para las escuelas deben obligadamente que contener los temas de valores humanos y esta materia debe ser básica para comprender a las otras asignaturas. Los buenos modales, los principios, la esencia humanista, la tolerancia, la igualdad, la inclusión, el respeto y la solidaridad deben ser comprendidos por el alumno antes que cualquier otro conocimiento. De nada nos va a servir como personas un conocimiento sin alma, sin espíritu, sin fortaleza.

Urge mejorar la educación, claro, y también el conocimiento, la cátedra, la impartición del conocimiento. Se debe regresar a la educación como antecedente de todo intento por crear futuros ciudadanos responsables, útiles, profesionistas y profesionales. Más allá de ideologías o intereses políticos, más allá de religiones o filosofías antiguas o nuevas, urge que la educación eduque, forme, cree, produzca seres humanos, humanistas, humanizados.

Ojalá la reforma educativa que desconozco pero que también desconoce la secretaria de educación federal, contenga mucho de valores, más que de conocimiento.

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