Teolocholco, referente en igualdad e inclusión, rompe barreras y elimina toda forma de discriminación
Rosa María Iñiguez, reina de la Feria de la Nuez, ejemplo de la mujer sin límites.
Guadalupe Morales Islas
Para el patronato de feria fue un reto, pero también una oportunidad, fue un atrevimiento pero igualmente un espacio para la igualdad y la inclusión.
Dar lugar a una joven con capacidades especiales era un mensaje de que en Teolocholco no hay lugar a la discriminación y ni a la xenofobia. De cualquier forma, es un venturoso acierto.
Rosa María Iñiguez Papalotzi formó parte del grupo de siete aspirantes a reina de la Feria y lo hizo sin ventajas ni dudas. Ella, como todas las candidatas, siempre representó una posibilidad; nunca se consideró en desventaja ni superior; simplemente luchó, se esforzó, se preparó y confío en su potencial y se dispuso a competir con iguales deseos de ganar. Y ganó.
Su triunfo en el certamen de belleza y cultura general representa la victoria de la igualdad e inclusión, es ejemplo de que los límites no existen y que las condiciones físicas no marcan el alcance ni impiden los sueños. Quiso y pudo, luchó y ganó, se propuso y lo consiguió; nadie le regaló nada y no recurrió a nada que no fuera su propia voluntad y anhelos .
El jurado calificador le ratificó el triunfo que ya la sociedad le había otorgado en forma de aceptación: Rosa María ya era triunfadora desde el momento en que decidió dejar atrás estereotipos, miedos, dudas, limitaciones y el qué dirán.
Siempre fue por la victoria, se preparó para ganar, siempre estuvo segura de que el camino era difícil y que debía merecer el triunfo, y triunfó, sin arrogancia, sin falsa humildad.
Teolocholco, y específicamente el patronato de feria son ya referencia en igualdad y se les reconoce su sensibilidad primero, por aceptar el reto y segundo, por someterse a la crítica del pueblo que finalmente, reconoce y valora a la mujer que más allá de sus condiciones especiales, tiene el lugar que se merece.